Nuevo día en la oficina de Jesé en su segunda etapa de la mano de Las Palmas. Si, en su primera y su segunda aparición, se dejó ver como revulsivo, Pepe Mel recurrió a él como titular esta vez porque no podía contar con Araujo, Clau Mendes ni Edu Espiau. Y porque se lo estaba ganando, por supuesto.
Y se quedó a las puertas del gol, como venía ocurriéndole. Protagonizó una nueva entrega de lucha, garra y pelea en el área rival que se solventó sin premio. Su mejor ocasión, a los once minutos de partido, la salvó Dimitrievski con una mano acertadísima a su chut cruzado.
De ahí en adelante -jugó todo el encuentro-, no volvió a disponer de una oportunidad tan lúcida de mandar la bola a la red y fue diluyéndose. Un tiro desviado desde la frontal y un autopase mal medido ante el cancerbero que se fue por línea de fondo, sus otras intentonas.
Tuvo que ser Sergio Ruiz al final quien marcara el gol del día para Las Palmas, que valió por un punto. No deja esto en mal lugar a Jesé, que continúa dando pasos adelante y apunta a ser importante para la Unión Deportiva hasta que termine la temporada, pero sí que llama la atención: está claro que él quería ser el goleador.
Que completara el partido habla bien además de su físico, aunque es cierto que, conforme más se asomaban ambos equipos al pitido final, menos aparecía. Una falta en un control que podría haber dado lugar a una contra, su error más destacable, y sus protestas al colegiado por una posible mano de Advíncula en el área del Rayo, su momento más polémico y la muestra de que ya exhibe galones en el vestuario.