Once de gala, un estadio casi lleno y gran ambiente en Vigo. Berizzo puso pólvora arriba ante uno de los equipos con más poderío ofensivo de la clasificación y el inicio del choque fue un verdadero choque de trenes.
Tímidos, pero sin temor, así atacaban desde el minuto uno tanto Celta como Genk. Si bien fueron los belgas quienes golpearon primero con un remate en plancha de Boëtius, los locales se vinieron arriba en cuanto se vieron por debajo.
En la adversidad es dónde da la cara el verdadero buen futbolista... y el Celta tiene unos cuantos. Empezando por su centro de campo y por la defensa, todo el equipo se hizo un bloque y se puso al servicio de su tridente. Sisto, Guidetti y Aspas, los protagonistas.
El danés fue el primero en cantar gol. Tras una gran triangulación con Guidetti y Radoja, dibujó una rosca perfecta desde dentro del área para disgusto de un Ryan que demasiado pudo hacer para que el Celta no cerrara la eliminatoria en la primera mitad.
Y eso que, tras el primer gol de los de Berizzo, que significaba el empate, el Celta golpeó dos veces consecutivas. Aspas, primero, con una gran jugada individual, y Guidetti, con un disparo de delantero puro, dibujaron un 3-1 que se veía casi como sentencia antes de pasar por vestuarios. Este tridente, un diamante.
La casa por el tejado
Y quizá ese fue el fallo. Tener la victoria en la mano desde tan temprano. El Celta no salió con la misma intensidad. Daba por bueno el 3-1 pero no iba a por más, teniendo al Genk venido abajo... y lo acabó pagando.
Esta cara más apática la personificó Jonny, que no hizo, ni mucho menos, un mal partido, pero que quedó señalado en la jugada del 3-2. Buffel cazó un balón en las inmediaciones del área pequeña después de que el defensor no se atreviera a despejar un balón bastante fácil.
Enmendó Jonny su error durante el resto de partido, pero, pese a la victoria, ese gol en contra puede salirles muy caro. Genk será un escenario bastante complicado, pero si algo ha demostrado este Celta es que es capaz de todo.