Este Sevilla ya ha aprendido a ganar como los grandes. Superó al Eibar en el Sánchez Pizjuán con dos chispazos que bastaron para amarrar tres puntos que dejan al equipo en segunda posición y a la estela del Real Madrid.
No lo puso fácil el Eibar, que llegó a Sevilla sin urgencias y con ganas de dar guerra. Presionó arriba y obligó a Sampaoli a inventarse soluciones para sacar adelante el partido. El argentino, siempre a favor de sacar la pelota desde atrás y ser protagonista en los partidos, aceptó el envite y se la jugó a la contra.
El resultado deja claro como le salióm la jugada. Un balón largo para Ben Yedder acabó en el 1-0 de Sarabia. Jovetic recogió el pase de su compañero en el ataque y le mandó un caramelo al ex del Getafe, que la puso en la red con la sutilidad del que atesora un guante en la zurda.
Hasta el 1-0, el camino fue tortuoso y Sergio Rico tuvo que apaciguar varios conatos de incendio en su área. Todo eso con un Pizjuán nuevamente dividido con sus 'Biris', en otro episodio para olvidar en la grada sevillista a pocos días de recibir unos octavos de Champions.
El campo era otra historia, el Sevilla no podía evitar pensar en esa cita. Nasri sólo aportaba chispazos, con el extra de que una amarilla también podía dejarle sin derbi. Demasiados componentes para el contexto de un partido que no se remató hasta el final.
El Eibar asustaba de vez en cuando y el 1-0 era un resultado tan abierto como para que Kranevitter saltara al campo en detrimento del mediapunta francés. Calmó las aguas el argentino y, junto a Vitolo, dio algo de alas al equipo de Sampaoli.
Aun así, sólo en el descuento llegó la tranquilidad. Robo de N'Zonzi, cabalgada de Jovetic, que destiló clase para esperar a Vitolo regalarle el 2-0 al canario. Tres puntos a la buchaca, con la mente en la Champions y siguiendo a un Madrid que tampoco falla. El Sevilla sigue adecuándose al traje de equipo grande, esta vez, a costa de un Eibar que se marchó sin nada, pero con la cabeza bien alta.