El PSG se acaba de hacer con el último póker de la historia de Francia. La Copa de la Liga desaparece tras su último duelo, el que enfrentaba a los de la capital contra el Olympique de Lyon. Este fue igualado con una leve superioridad parisina y Keylor Navas se hizo gigante en la tanda de penaltis, amargó a Traoré y valió por un título.
Y eso que pronto encontraron los de Rudi García un hueco por la banda izquierda. Kurzawa no era capaz de frenar Cornet y este proveía de oportunidades a los suyos con centros laterales que quedaban en nada. Depay, con sus regates, trataba de terminar de agrietar la defensa, pero él solo no podía. Dembélé no acababa de aparecer.
Con los de Tuchel ocurría algo parecido. Neymar -soberbio como de costumbre- y Verratti acumulaban toda la carga de un ataque basado en la posesión de pelota. Icardi no hacía acto de presencia y Di María -desperdició un mano a mano- no generaba peligro en sus pocas intentonas. Lo que más puso en peligro a Lopes en la primera mitad fue un tiro lejano de Gueye que sacó con un paradón.
El problema común era que, aunque se trataba de una final, había muchos tramos en los que el ritmo era bajo. El comienzo de la segunda parte fue un intento de ambos por solventarlo. La chispa duró poco -un tiro de Neymar bloqueado y otro de Depay envenenado que paró Keylor- y el duelo volvió a su estado natural.
Y este no era otro que un PSG con más posesión de la pelota y pólvora ante un Lyon algo más echado atrás. Le salió bien esta estrategia en un principio, pero, cuando el cansancio empezó a apretar, las grietas se hicieron más evidentes -también en el bando parisino-.
De ahí que la posesión de los de la capital hiciera más efecto que antes, igual que las contras rivales. Keylor Navas y Lopes tuvieron que volver a actuar. Fue más crucial el portugués, que sacó una mano providencial a un testarazo de Neymar en el área para forzar la prórroga.
Y esta prórroga tuvo un claro protagonista: el cansancio. Ambos equipos mostraban mucha incapacidad para generar ocasiones claras porque las piernas no daban más de sí. Mejoraron los 'gones' poco a poco y hasta amenazaron con una volea de Cornet -defendía mal el PSG a balón parado- que acabó en nada.
La tuvieron los de Tuchel, eso sí, sobre la bocina. Expulsó el colegiado a Rafael por una dura entrada a Di María y Neymar, de falta, erró su oportunidad final. En la tanda de penaltis, que se hizo eterna por los continuos aciertos, Keylor Navas le paró su tiro a Traoré, Sarabia marcó el suyo y el último póker de la historia de Francia fue una realidad.