Frío y lluvia son elementos principales para un escenario épico. Durante gran parte de la noche, el Málaga se sintió muy cómodo en esa batalla, poniendo la primera pica de su necesaria remontada. Pero fue el Eibar el que congeló a José González en su debut. Un tanto de Kike García cuando el triunfo blanquiazul estaba casi pasando el control del aeropuerto inhibió la reacción. El final de manicomio no deja claro a ningún equipo si es motivo para lamentar o respirar. Pudo pasar de todo en los últimos minutos y no ocurrió nada.
Es una manera de recomenzar para el Málaga, que vio cómo Mula falló en el mano a mano ya en el descuento. Pero antes Roberto había obrado un par de esos milagros que hace como su pan de cada partido. El tramo final dejó un pimpampum armero.
Suele suceder cuando el que va a remolque iguala. Las piernas que antes pesaban se convierten en alas. Conforme caía la arena por el reloj, más obligado estaba el Eibar. Parecía cómodo el Málaga administrando su ventaja. Pero un colista nunca maneja ventaja suficiendo, menos aún cuando es de solo un gol.
Así que el estacazo de Kike García a 15 minutos para el final paró el contador de una hora. Fue justo el tiempo en que el Málaga parecía haber vencido. Pero lo cierto es que no había cerrado el encuentro. Por ese cable trepó el Eibar. De la mano del recién entrado Bebé, quien vio un cortocircuito en el área pequeña para encontrar a su delantero.
En-Nesyri prendió el duelo
Hasta entonces, el choque estaba teñido de naranja. Qué cosas, el primer once de José tuvo a los mismos protagonistas que el último de Míchel. Pero con distinta disposición y resultado. Vestidos de 'trivote', los blanquiazules estuvieron más cómodos. Tampoco el Eibar apretaba demasiado, por más que Mendilibar había insistido en salir con intensidad al choque para evitar el efecto revitalizante del nuevo entrenador.
Ni un técnico ni otro invenaron el fútbol, aunque sus soluciones básicas cuajaron bien: el Eibar colgó cuantos balones pudo, sabedor de que ahí sufre el Málaga; los blanquiazules buscaron en largo a En-Nesyri.
La idea del gaditano frutificó primero. Hubo ayuda armera, eso sí. Una mala cesión de Capa fue un pistoletazo de salida para En-Nesyri, que hizo dos de las mejores cosas que sabe: correr con espacios por delante hasta llegar al área y marcarle al Eibar; sus dos goles en Primera los han sufrido los vascos.
Una ventaja tempranera era lo que necesitaba el colista para armarse de valor. Y el partido se convirtió en un bucle: balones aéreos del Eibar y autopistas para En-Nesyri. Las manos de Roberto y la torpeza del marroquí impidieron más elementos discordantes.
Esa salsa que hacía falta se comprimió en tres minutos finales de locura, con hasta tres ocasiones seguidas del Eibar y ese contragolpe en el que a Mula le faltaron piernas, alma o las dos cosas.
El Eibar seguirá durmiendo a pierna suelta y José González al menos ya tiene un ladrillo para empezar a construir. Pero es que le faltan tantos para la permanencia...