Puede ser que Simeone no de con la tecla. O todo lo contrario, que sean los jugadores los que no consigan entender en esta campaña lo que el técnico les pide dentro del campo.
Sea cual fuere la razón, los nombres de Koke y Saúl son dos de los que más salen a la luz. Una vez más, ambos han vuelto cambiar sus posiciones, pero en este caso no están cómodos.
En temporadas anteriores había sido Koke el encargado de efectuar la salida del balón desde las líneas más atrasadas, mientras que Saúl era el que empezaba más escorado a la banda.
Pero sus papeles parecen haberse invertido ahora. El segundo, gracias a su buen despliegue los 90 minutos, ayuda mucho a los centrales y laterales en tareas defensivas.
Es un punto positivo, claro está, pero se pierde el factor sorpresa que tenía pegado a la cal. Con Koke en ese puesto es más complicado, ya que carece de la explosividad de su compañero.
Los dos hombres que eran los encargados de organizar el juego ahora parecen que anden con el rumbo desdibujado sobre el verde y, en ciertas ocasiones, incómodos en algunos puestos concretos.
Si a esto se le une que los de arriba no terminan de asociarse, sale un mejunje un extraño en el que el único elemento diferenciador es Thomas Partey haciendo lo que puede en los últimos partidos.