Cada vez queda menos tiempo y el agobio es mayor. El Dépor sigue sin mostrar lo que ha escondido durante todo el año y cuando las prisas hacen acto de presencia, el fútbol se aleja.
Con ganas de comerse el mundo y de darle una alegría a su gente, los gallegos salieron como los dueños y señores de Riazor que son. Con alegría y presión, pero con prisas y, lo que ello conlleva: falta de acierto.
Se aprovechó del ímpetu coruñés por marcar el Eibar. La escuadra 'armera' tenía paciencia y era consciente de los huecos que provocaban las ganas locales. Y en una contra, casi la primera del partido para ellos, llegó el gol visitante.
Inui se aprovechó de un balón conducido por Orellana. Tuvo el cuadro de Mendilibar la suerte de encontrarse con un Koval desafortunado que puso el gol en bandeja de plata media hora antes de ver la roja directa.
Cosa de porteros
El devenir del partido lo marcaron los dos guardametas tras el 0-1 de Inui. Dmitrovic, rozando la primera media hora, mandó hacia sus propias redes un balón rebotado en el poste con bastante mala suerte. Todo lo provocó Andone, el deportivista que más se dejó sobre el campo.
Pocos minutos más tarde, rozando el descanso, Koval protagonizó la segunda acción trascendental del partido al ver la roja directa por una entrada a Joan Jordán. Dejó a los suyos con 10 con más de 45 minutos por delante.
En las malas, pero no en las peores
Paradógicamente, la expulsión no condicionó más el marcador de lo que estaba. El Eibar, como es lógico, apretó con uno más, pero el Dépor aprendió a sufrir y a defender con uñas y dientes el pequeño tesoro en forma de un punto que habían conseguido en la primera mitad.
Aguantaron las subidas de Inui, el peligro de Pedro León y el juego de bandas incesante 'armero'. Todo para llevarse un punto que, al menos, le hace acercarse un poco más al Levante. Por su parte, el Eibar pierde la oportunidad de colocarse empatado a puntos con el Villarreal, equipo que marca el acceso a Europa League.