Pocos jugadores transmiten tanta seguridad como Kroos, inalterable en el transcurro de un encuentro. Es el maestro del pase, como bien demuestran las estadísticas: desde su llegada al Real Madrid en 2014, en casi todos los partidos su acierto no baja del 90% en este aspecto.
Sin embargo, ante el Girona se pudo ver a un Kroos impreciso. Perdió 17 balones, una cifra inaudita para él. Sufrió sin Modric a su lado y ante las rotaciones de Solari, que eligió a Mariano.
Así, Casemiro y el alemán tuvieron que desfondarse y abarcar más campo ante un equipo que disfrutó al contragolpe.
A la ausencia de su mejor acompañante hay que añadir el cansancio acumulado tras ser titular en tres exigentes partidos consecutivos: ante el Barcelona en el Camp Nou, frente al Atlético en el Wanda Metropolitano y contra el Ajax en Amsterdam.
Entre los cuatro partidos, Kroos disputó 354 minutos de los 360 posibles totales, sin contar el tiempo añadido.