La experiencia de Alex Song en España no fue para nada grata. Con 24 años era uno de los jefes de la medular en el Emirates Stadium. Bajo la guía de Arsène Wenger se convirtió en un centrocampista codiciado por muchos clubes.
Uno de ellos fue el Barcelona. El camerunés decidió aceptar la oferta de los azulgrana en agosto del 2012. Lo que podía ser el sueño de cualquier jugador acabó convirtiéndose en un pesadilla.
En 'Can Barça' creían haber conseguido la ganga del mercado, un relevo para Yaya Touré por sólo 19 'kilos'. Nada más lejos de la realidad. En su primera temporada llegó a jugar 34 partidos, pero no convenció con sus actuaciones.
Con la llegada del 'Tata' Martino, sus minutos se redujeron a la mitad. El Barcelona trató de buscarle acomodo en su antigua liga, pero tras dos años cedido en el West Ham sin síntomas de mejoría, prefirió darle la carta de libertad.
El Rubin Kazan le abrió sus puertas y ahí empezó el momento más duro de su carrera. "Cuando firmé me dijeron que me darían una casa pero luego, pasaban los meses y no la tenía", comentó el centrocampista en una entrevista concedida a 'The Telegraph'.
Acabó durmiendo y viviendo en la ciudad deportiva. "Tenía una hipoteca en Londres y el banco me preguntaba por mi dinero", aseguró el jugador.
Su llegada al Sion suizo le ha devuelto el ánimo. Se vuelve a sentir un jugador de fútbol, aunque cree que ha "perdido un año de su carrera".