Fue en junio de 2014 cuando el delantero argentino tuvo que pasar por el quirófano para someterse a una complicada operación para eliminar un quiste en el ventrículo izquierdo. Esa es la razón por la que se retrasó su llegada al equipo rojiblanco.
"Los médicos me habían dicho que iba a estar todo bien y que no había ningún riesgo de no poder volver a jugar, pero era todo mentira. Me habían mentido. No me dijeron nada antes de operarme para que lo hiciera, pero después de que saliera todo bien me dijeron que existía la posibilidad de que si hubiera salido algo mal podría no haber vuelto a jugar", aseguró Correa, sobre lo que le dijeron los médicos en su momento.
Cuatro años más tarde, el jugador del Atlético compite al máximo nivel y sin ningún tipo de problema, pero una imagen con su compatriota Werner ha dejado ver la cicatriz que le dejó su paso por el quirófano.
En la foto se puede ver fácilmente la marca de la intervención, que incluso está sobre uno de sus tatuajes.