Sevilla y Alavés disputaron un choque extraño que tuvo de todo y que siguió el mismo guion de los otros encuentros jugados por el equipo de Pellegrino ante equipos más grandes.
Los hispalenses llevaron la voz cantante y el Alavés se defendió de manera ordenada, en torno a un gran Pacheco y con mucha seguridad en sus acciones.
La primera mitad del choque fue, con todo, bastante igualada. Estuvo marcada por las dos lesiones musculares de Kiko Femenía y Daniel Torres, que dejaron al Alavés con un solo cambio con una hora por jugar, y nos dejó un par de ocasiones muy claras del equipo vitoriano marradas por un activo pero desacertado Edgar Méndez.
También el Sevilla tuvo las suyas, fundamentalmente en las piernas de un de nuevo muy entonado Nasri, pero al descanso se llegó con el marcador igualado y con la sensación de que si el Alavés seguía igual se iba a llevar al menos un punto.
Más lesiones... y goles.
Tras el descanso, el Alavés vio cómo ante la imposibilidad de hacer más cambios -Pellegrino se lo guardó por precaución hasta el final- su tono físico bajó y dio cada vez más oportunidades a un Sevilla que también sufrió lo suyo, pues se tuvieron que ir con problemas físicos tanto Nasri como Vietto.
Una genialidad de Ganso -maravilloso taconazo el suyo- sirvió para que Ben Yedder hiciera el 1-0 y dejara el choque casi sentenciado, pero Laguardia aprovechó un rechace en un saque de esquina para dejar todo igualado poco antes del descuento.
Con el encuentro agonizando, Vitolo se fue por banda y centró a su antojo para que un remate de espuela de Ben Yedder pusiera el 2-1 e hiciera justicia con lo visto en una segunda mitad en la que el Alavés apenas pisó el área de Sergio Rico.
La anécdota del choque la puso un quinto lesionado, Mateu Lahoz, que tuvo que dejar su sitio a Hernández Maeso, colegiado de Segunda B que era el cuarto árbitro y que se estrenó por todo lo grande en Primera.