¿Cómo iba a pensar River que tres goles de ventaja no serían suficientes? El 'Millo' firmó un fracaso en mayúsculas en la segunda mitad y tiró por tierra lo logrado en los 135 minutos anteriores de la eliminatoria.
Lanús, necesitado, comenzó con fuerza el choque y protagonizó las primeras ocasiones, en las que no estuvieron acertados los granates.
Con el paso de los minutos, los visitantes le dieron la vuelta a la tortilla, aunque nunca imaginarían que, al final, su cara se quedaría totalmente cruda. Los de Gallardo comenzaron a adelantar líneas, querer más el balón y monopolizar la posesión.
Fruto de ello llegó el penalti que transformó Scocco para el 0-1. La pena máxima, algo dudosa, no fue revisada por un VAR que sería protagonista en el segundo tiempo.
Pero River no se conformó y aprovechó la brecha para intentar sacar toda la sangre posible. Montiel, a los 23 minutos, sacó ventaja de un mal rechace de Andrada y llevó el luto a las gradas del Néstor Díaz.
La ventaja pudo ser mayor si el videoarbitraje hubiese cumplido su cometido, ya que unas claras manos tras una maniobra genial de Scocco en área rival no fueron castigadas con penalti.
Dos minutos que lo cambiaron todo...
Tras otra dudosa indiferencia del VAR en un posible penalti, Sand logró recortar distancias antes del descanso con el beneplácito de Lux, ya en el 45.
Aunque no fueron dos minutos reales, sí que lo fueron futbolísticamente hablando. Y es que, tras la reanudación, de nuevo Sand cambió las lágrimas por ilusiones al marcar el empate en el 46. Aquí sí entró el videoarbitraje para validar el tanto, ya que el punta granate estaba en línea.
Borrón y cuenta nueva con todo un segundo tiempo por delante permitido, entre otros, por Andrada. El meta se desquitó del error en el segundo tanto visitante y salvó el 2-3 a Scocco en un mano a mano.
... Y tres que convirtieron la ilusión en realidad
Del 62 al 65, se dieron los minutos más importantes de la historia de Lanús. Acosta remachó un pase de la muerte para hacer estallar a su afición, que fue poseída por la locura, consciente de que sólo un gol les separaba de la finalísima.
Y este no se hizo esperar. El autor fue Silva, pero el responsable fue, de nuevo, el VAR. El colegiado colombiano obvió un claro agarrón dentro del área que, segundos más tarde, fue señalado gracias a la tecnología.
El jugador local, lejos de dejarse llevar por los nervios, se aseguró más de un cántico, así como ser el protagonista de la más bella historia que los abuelos granates podrán contar a sus nietos. Era el 4-2, resultado que les daba el pase.
Al final, River apretó incluso con uno menos. Nacho confundió el ímpetu con la rabia y la inexperiencia y se fue a la ducha antes de tiempo. Los de Gallardo soñaron hasta el final, pero una gran defensa, un palo salvador y un inconmesurable Andrada provocaron el llanto 'millonario'.
Lanús, que nunca perdió la fe pese a enfrentarse a uno de los grandes del continente, jugará una final que conocerá al segundo afortunado tras el Gremio-Barcelona de vuelta.
River, por su parte, se vio en la final antes de tiempo e intentó 'comprar', a base de calidad, el reloj del encuentro. Pero los 'millones', aunque valen mucho, suelen derrumbarse ante la fe. La esperanza. La ilusión de cumplir un sueño.
Los del 'Muñeco' se despiden del torneo más deseado y, por ende, de un triplete que ya no será posible.