Hablar de la temporada 2003-04 en el Real Madrid es hacerlo de lo que pudo ser y no fue. Entrenado por Carlos Queiroz, que llegó de manera sorprendente a Chamartín, el conjunto 'merengue' comenzó jugando muy bien aquel curso, pero terminó desfondado y sin posibilidad ni tan siquiera de conquistar una Liga que se terminó llevando el Valencia.
Antes, los blancos comenzaron a hincar la rodilla en la final de Copa perdida ante el Zaragoza y se hundieron definitivamente en Mónaco, donde quedaron eliminados de manera sorprendente por parte del cuadro monegasco en los cuartos de final de la Champions League.
Y eso que en la ida el Real Madrid se llevó un sólido 4-2 de renta. Resultado que pudo ser incluso mayor, pues los 'merengues' llegaron a ir 4-1 arriba y a tener ocasiones para aumentar la renta.
El futuro jugador del Sevilla Squilacci marcó el 0-1 en el Bernabéu, pero Helguera puso el 1-1 tras el descanso. En once minutos increíbles de la segunda parte, el Real Madrid tiró de 'galácticos' y sentenció el choque con los goles de Zidane, Figo y Ronaldo.
Cuando el pase a las semifinales parecía cerrado, Fernando Morientes, cedido por el Real Madrid en el equipo de la Ligue 1, anotó un tanto que solo parecía servir para maquillar el marcador.
Pero nada más lejos. 13 días después, ese gol iba a ser decisivo para la eliminación blanca. Ese y tres más, con los que el Mónaco logró remontar el 0-1 blanco en la vuelta.
Todavía en la primera parte, un Ludovic Giuly que ficharía por el Barcelona por aquel partidazo firmaría el 1-1 tras el tanto de Raúl y de nuevo Morientes, tras el descanso, hizo creer al Mónaco en la clasificación.
El propio Giuly la certificó mediado un segundo acto en el que ya se vio que el Real Madrid no era el del principio de campaña. 16 años después, ni monegascos ni 'merengues' olvidan aquel partido. Tampoco un Carlos Queiroz que quedó sentenciado y que, pese a haber dirigido luego a combinados importantes, no tuvo nunca otra oportunidad igual.