El torneo nació en 2013 de la mente de Stephen Ross. El señor Ross es un multimillonario estadounidense (la trigésimo tercera fortuna del país y dueño de los Miami Dolphins) que tuvo la brillante idea de llevarse a los grandes clubes europeos de pretemporada por el mundo para hacer aún más dinero.
A través de Relevent Sports, una empresa de eventos deportivos de su propiedad, creó lo que hoy se conoce como International Champions Cup.
Un nombre rimbombante para lo que de toda la vida han sido los amistosos de pretemporada, pero añadiendo un extra. Se acabaron las pachangas de verano contra equipos de medio pelo del propio país, o contra los equipos de la zona donde se prepara la siguiente campaña.
Ya no se juega contra los equipitos del valle suizo donde uno se prepara. Ahora se viaja a China, Estados Unidos o Australia a jugar contra equipos de su misma categoría.
Son mercados por explotar y Ross lo sabe bien. El que primero meta mano al fútbol en China la va a sacar bañada en oro. La pasión en el gigante asiático por los grandes clubes europeos es desmesurada.
Ross gana, pero a los clubes estos partidos les reportan pingües beneficios. Madrid, Barça, Bayern y los dos de Manchester se embolsan cuatro millones por cada partido. El resto de equipos participantes, 'sólo' tres.
Y Relevent Sport también gana. En conceptos de patrocinio, ya se ha embolsado un 60% más que la pasada edición.
Un negocio redondo se mire por donde se mire. Supongo que saldrá a cuenta a los clubes el pegarse esas palizas a viajar, el hacer el indio por lugares sin tradición futbolística y el exponerse a una lesión inoportuna por jugar en un campo de hierba artificial inundada de pelotillas de caucho.