Fue una de esas geniales sorpresas que el fútbol nos regala de cuando en cuando. En 2014, el Luzenac, de la localidad homónima cercana a Andorra, había logrado ascender a la Ligue 2 quedar segundo en el National.
Este pueblo de apenas 600 habitantes había logrado una gesta nunca antes vista en Francia. Pero entonces todo se torció. La LFP, el organismo que regula el fútbol profesional en Francia, vetó su inscripción en la división de plata.
La excusa que esgrimió la Liga Francesa fue el club no parecía económicamente viable y, sobre todo, que su estadio no cumplía con los criterios necesarios en materia de seguridad. Intentó jugar en Toulouse, pero la proposición no prosperó.
Pese a contar con el apoyo popular, y pese a tener en su dirección deportiva a una institución como Fabien Barthez, el Luzenac se quedó sin ascenso y de la noche a la mañana desapareció.
Consumido por las deudas, en parte por culpa de este largo litigio, su desaparición y refundación dio en parte la razón a la LFP. Pero pese a ello, el club, refundado, ha seguido luchando en los tribunales por lo que consideran una injusticia mayúscula.
Recurrió al Comité Olímpico Francés, al tribunal general de Toulouse y, en última instancia, a la corte administrativa de apelación de Burdeos. Y ha sido esta la que por fin le ha dado la razón.
Ahora, que el club está en la sexta división del fútbol francés. Ahora, que vaga por el infrafútbol galo después de haber tocado la gloria con la yema de los dedos.
No será ascendido de golpe a la Ligue 2 (faltaría más), pero a buen seguro que gracias a esta decisión judicial, el club pirenaico podrá pedir una cuantiosa indemnización a la LFP, lo que quizá permita a este modesto club volver a pelear por la epopeya que le fue negada hace un lustro.