Cuatro mundiales a sus espaldas (México en 1986, Italia en 1990, Estados Unidos en 1994 y Francia en 1998), títulos en tres países diferentes (Bélgica, Francia e Italia) y más de 100 goles como profesional siendo centrocampista.
Hablar de Enzo Scifo es hablar sobre uno de los mejores jugadores europeos del último cuarto del pasado siglo. A pesar de todo ello, de lo que más orgulloso se siente es de tener una familia feliz, su principal objetivo cuando tenía 14 años.
Con motivo de su 50º cumpleaños, el belga ha concedido una entrevista a FIFA.com en la que ha realizado un repaso sobre su prolífica carrera, rememorando aspectos tanto dentro como fuera del campo.
Una carrera que empezó de forma meteórica, ya que, con sólo 20 años, formó parte de la mejor Bélgica de los Mundiales, que llegó en 1986 a las Semifinales, cayendo ante la Argentina de Maradona, campeona a la postre. En esa Bélgica, nuestro protagonista fue pieza clave. Tanto fue así, que se llevó el galardón de 'Mejor jugador joven' de dicho Mundial, que se disputó en el país azteca.
Por aquel entonces militaba en el Anderlecht, del que pasaría un año más tarde al Inter de Milán, y al que no volvería hasta 1997, tras pasar por Girondins de Burdeos, Auxerre, Torino, en el que logró una Copa de Italia, y Mónaco, con el que consiguió una Liga y una Supercopa, además del citado Inter de Milán.
Aunque el Anderlecht siempre fue el club de sus amores, se retiró en el Charleroi en el año 2001. Cabe destacar que en el Mónaco coincidió con tres jugadores que fueron campeones del mundo con Francia en 1998, Fabien Barthez, Emmanuel Petit y Thierry Henry, al igual que con uno de los entrenadores más importantes de Europa en los últimos años, Arsène Wenger, técnico que le marcó en su carrera.
Actualmente dirige a la Selección Belga Sub 21, con la que, salvo mayúscula sorpresa, logrará la clasificación para el Europeo, que se disputará en Polonia el próximo año.
Y el futuro no se lo plantea, aunque le encantaría seguir haciendo lo que hace y, sobre todo, con quién lo hace, ya que está muy orgulloso de trabajar con Marc Wilmots, seleccionador de la absoluta y uno de los principales culpables de que Bélgica haya vuelto al primer escalón del fútbol mundial.