"El fútbol es la cosa más importante de las menos importantes", dijo una vez Jorge Valdano. La historia que vamos a contar es un fiel reflejo de esa frase del ex jugador y ex técnico argentino.
Viajamos al 2005. Por aquel entonces, Costa de Marfil ya llevaba cuatro años en guerra civil que tenía al país africano completamente divido. Por un lado, el sur, dirigido por el gobierno, y por otro, el norte, con los rebeldes al mando.
En octubre, los 'Elefantes' lograron algo histórico. La generación de los Touré, Eboué, Boka, Zokora, Romaric y, por supuesto, Drogba, lograron clasificarse para el Mundial del 2006, que se celebró en Alemania, por primera vez en su historia.
Una triunfo ante Sudán por 3-1 y un inesperado empate de Camerún ante Egipto obró el milagro para que Costa de Marfil estuviese en la cita mundialista. 'Didi', un hombre de paz, aprovechó el momento y dejó un emotivo mensaje en la televisión nacional, aprovechando que todo el país estaba viendo el partido.
"Ciudadanos de Costa de Marfil, del norte, sur, este y oeste, os pedimos de rodillas que os perdonéis los unos a los otros. Perdonad. Perdonad. Un gran país como el nuestro no puede rendirse al caos. Dejad vuestras armas y organizad unas elecciones libres", sentenció el por entonces delantero del Chelsea.
Su mensaje cuajó. Tanto, que una semana después, ambos bandos acordaron una tregua. Pero Drogba no se detuvo ahí y un año más tarde, cuando le dieron el galardón a 'Mejor Jugador Africano del Año', viajó a Bouaké, el cuartel general de los rebeldes, para mostrar y ofrecer el trofeo a sus compatriotas.
El último golpe que asestó al conflicto bélico el delantero costamarfileño se produjo en 2007, cuando hizo lo que estuvo en su mano para que la selección nacional jugase un partido en la ciudad que había visitado un año antes, Bouaké. La mediación del ariete, fue fundamental para la celebración del partido.
El encuentro cobró una importancia especial. Varios ministros del gobierno, fuertemente escoltados, se personaron en el estadio, al igual que los jefes de la contienda. Cuando sonó el himno nacional, el presidente de Costa de Marfil y el líder de la rebelión lo cantaron al unísono. Fue entonces cuando Drogba supo que el conflicto estaba resuelta: "Ver a los dos bandos juntos cantar al unísono el himno de mi país fue muy especial. Sentí que Costa de Marfil volvía a nacer".
Los locales vapulearon a Madagascar por 5-0 y un diario local ofreció el siguiente titular sobre el partido: "Cinco goles para borrar cinco años de guerra". El poder del fútbol se hizo latente una vez más.
Lo cierto es que, a día de hoy, la situación del país no es totalmente estable, pero, al menos, no hay una guerra civil abierta. 'Didi', ya retirado, sigue poniendo su granito de arena para que Costa de Marfil siga en paz. Ha construido varios hospitales de su bolsillo con la única condición de que la asistencia a los niños enfermos sea completamente gratuita.
Y esa es parte de la historia de Didier Drogba. Un jugador tan grande dentro del campo como lo es fuera. Tanto, que fue capaz de detener una guerra civil.