"La mayoría de personas que están en esta circunstancia no tienen nada. Yo tenía el fútbol. Sabía que era buena en algo y ese sentimiento es increíble, puede con todo", justificó la jugadora, que se marchó de casa tras discutir con su familia, que le reprochó que se comprara unas botas demasiado caras.
Fara desveló cómo se sintió la primera vez que tuvo que dormir en la calle: "La primera noche fue horrible. Tenía mucho miedo. Me daba miedo pasar por delante de los 'sin techo'. Un hombre se acercó a mí y me dijo que la mejor forma de evitar que se me acercasen era hacerme pasar por loca, hacer ruidos muy fuertes para que la gente se sintiese intimidada".
Se vio obligada a hacer esos ruidos para protegerse y no se planteó volver: "Hubiese sido un síntoma de debilidad, les habría dado la razón". La primera en saber su situación fue Hope Powell, que acabaría siendo su seleccionadora nacional.
"Hope me preguntó que a dónde iba y le respondí que no sabía. Me llevó a King's Cross, a la unidad de personas sin hogar. Su madre era cuidadora en un centro de acogida. Hope me compró un saco de dormir y fue como una madre para mí".
Una celebración y un mensaje
Cuando fichó por el Everton, su vida cambió y empezó a ser independiente económicamente. Desde entonces, empezó a echar de menos a su madre: "Necesitaba verla de nuevo". Su reencuentro se produjo tras un gol que clasificó a Inglaterra al Mundial. Fara se lo dedicó y recibió este mensaje: "Gracias por lograrlo y por tu 'celebración'. Marcaste en el minuto 50. Es el mismo número de años que he cumplido hace dos días. Te quiero".
Ahora, se la considera una leyenda del fútbol inglés. Acumula más de una centena de apariciones con su Selección y milita en el Liverpool a sus 35 años. No está presente en el Mundial, pero es una hincha más desde casa.