Su historia es una de las más sorprendentes del fútbol profesional. Fichado a golpe de talonario por el Chelsea, tuvo que pasarse varios meses sin competir por un positivo por cocaína muy polémico, que incluso le condenaría a pagar al Chelsea una millonaria indemnización.
Tras pasar por la Juventus, Adrian Mutu acabó asentándose en la Fiorentina, donde se reencontró con su mejor fútbol. Embajador del fútbol rumano cuando el país de los Cárpatos peor rendía en el concierto internacional, terminó por regresar a Rumanía, donde agotó su carrera en los modestos Petrolul Ploiesti y Targu Mures.
Dos años después de su retirada definitiva y tras haber ejercido como dirigente del Dinamo de Bucarest e incluso de la Federación Rumana, se pasa definitivamente a los banquillos y dirigirá al Voluntari, club que acumulaba tres derrotas consecutivas hasta su llegada.