En una entrevista con 'Marca', el relato que hace durante sus seis meses en Brasil estremece: "Me recomendaron no salir de casa cuando se fuera el sol. Con mis ojos vi varios intentos de robo. Había gente con discapacidades en la calle suplicando ayuda porque no tenían acceso a servicios médicos. Una vez iba en el coche con un compañero, un chico se nos acercó a la ventanilla para intentar vendernos fruta, y mi amigo le dio dos tickets para ver al Paysandú. El chico empezó a llorar. Una entrada cuesta unos seis euros".
Entrenar y estar en casa, esa era la vida del inglés en Brasil. "Jamás habría conducido allí. Todo era una locura. No sé cómo no tuvimos algún accidente. Todas las calles son de un sentido, pero a veces, aunque hubiera dos carriles, veías a cuatro coches circulando en línea", confiesa el ahora jugador del Tranmere Rovers, que además no tenía ningún conocimiento de portugués.
"En dos ocasiones se fue el wifi de casa durante tres días. Y no era como en Inglaterra, que si lo pierdes te puedes ir a la cafetería de abajo y ya tienes. En Brasil, para encontrar algo así, quizás tienes que ir en coche varios kilómetros. Me sentía muy solo. Me sirvió para apreciar todo lo que tenemos aquí", es otra de las vivencias incómodas en clave logística.
Además, le costó bastante jugar. Por más situaciones surrealistas desde el punto de vista operativo. "No me dijeron que necesitaba un visado. Me pidieron un certificado de nacimiento, mi madre lo mandó y no había foto. ¡Pero si tenía un día cuando me lo hicieron! Lo tuvimos que devolver para tener una firma certificada", contó.
Líos y más líos
La historia no quedó ahí: "Mi madre volvió a mandar todo, tuve que ir hasta Argentina para salir del país y volver a entrar desde la frontera. Para ese día ya habían pasado seis semanas y me estaba empezando a enfadar. Todo lo que podía ir mal estaba yendo mal. El plan era que jugara desde febrero hasta abril, pero ya estábamos en abril. Después cambiamos el contrato hasta junio".
Al menos hubo alguna cosa buena, como la expectación que se generó en su llegada: "Mi Instagram explotó. Tuve como 10.000 seguidores brasileños nuevos en menos de un mes. Sólo el primer día recibí 300 o 400 peticiones de mensajes privados. En mi última foto hubo como 400 comentarios en apenas unos días. Son muy activo en redes y lo siguiente que empecé a ver fueron muchos mensajes en portugués que no tenía ni idea de lo que decían".
Tras seis meses demasiado intensos, al fin pudo volver a casa. Lo hizo en la League Two, con la camiseta del Tranmere Rovers, el club al que apoyaba desde pequeño. "El entrenador me dijo que quería firmarme y yo ni lo pensé. Cuando era un niño, venía a este estadio", contó tras ponerse a entrenar a prueba.