El partido era evidentemente trascendental, sobre todo para Irlanda del Norte, y esto se notó en los primeros compases. Holanda, que necesitaba un empate para estar en la Eurocopa, salió a verlas venir y su actitud estuvo cerca de ponerse en su contra.
Los norirlandeses apretaron y en los primeros minutos llegaron a meter miedo. Cillessen se quedó dormido ante la presión de Evans, con mucha más hambre, y cuando quiso despejar se topó con la pierna del atacante. El rechace estuvo cerca de colarse en la portería.
Siguió apretando el equipo de Michael O'Neill, pero lo suyo fue el llamado 'efecto champán'. Holanda recuperó la pelota, se apoyó en Van de Beek y De Jong y empezó a dormir el encuentro para que se jugase a lo suyo.
Llegaron las primeras ocasiones neerlandesas con la actividad de Quincy Promes. Eléctrico, incisivo, los primeros minutos del extremo del Ajax fueron una muy buena representación de sí mismo. De sus botas llegó la más clara para Holanda en un balón atrás tras jugada personal que Berghuis estrelló en el larguero tras disparar mordido.
El mismo Promes y Ryan Babel tuvieron ocasiones calcadas desde la frontal antes de que llegara la euforia contenida en Belfast. Saville remató un centro de Irlanda del Norte y su disparo se estrelló en la mano de Joel Veltman. Penalti.
La responsabilidad cayó en las botas de Davies. Tras mucho suspense, el capitán norirlandés respiró, cogió carrerilla... y mandó el balón a las nubes. Irlanda del Norte desaprovechaba la que sería su ocasión más importante. Y se iban a acordar...
Holanda recuperó el pulso del partido y volvió a acercarse a la portería rival. Koeman, que parecía no estar conforme con lo que veía, incluso movió ficha y sacó a De Roon para meter en el campo a Davy Pröpper.
La primera parte fue mucho más abierta que la segunda, donde todo lo que había en juego acabó pasando factura al fútbol visto sobre el césped de Belfast. El ritmo cayó en picado, Holanda se centró en tener el balón y tardarían diez minutos en disparar a puerta con un cabezazo de Babel que atrapó Peacock-Farrell.
Los de Michael O'Neill fueron ganando metros, su necesidad era mayor, pero no podían hacer daño a una Holanda que intentó hacer su parte colocando a Luuk de Jong como referencia.
De centro en centro, el partido fue consumiendo minutos sin ocasiones. Se llegó a los últimos instantes y a los norirlandeses les entraron las prisas, pero con más desorden que intención fue imposible. Fue parte del juego psicológico de los holandeses: no necesitaron mucho, solo esperar al error de su rival. Y tampoco fue necesario.
Esta es otra Holanda. Una con mimbres, pero que se aleja de las versiones románticas del fútbol neerlandés. Compacta, inteligente. Más que suficiente para estar, tras seis años de fracasos, en un gran torneo como la Eurocopa.
Murió el partido con el empate. Sonreía Ronald Koeman, el combinado 'oranje' volverá a estar entre los mejores tras ausentarse de un Mundial y una Eurocopa de manera consecutiva. Irlanda del Norte, entretanto, queda fuera de la gran cita continental. El penalti de Davies quedará en su memoria.