A la espera de saber qué cabezas rodarán en el Camp Nou, el día después de la derrota más humillante de la historia del Barça fue ya en casa. Los jugadores tuvieron que pasar por la Ciudad Deportiva para recoger sus pertenencias. Allí fueron recibidos con pancartas de mercenarios y, tras salir de allí, todo el plantel a excepción del canterano Monchu decidió irse por la puerta de atrás.
Según 'AS', porque eran recomendaciones del responsable de seguridad de la entidad, Rafael Soldado, a pesar de que apenas había una decena de 'culés' esperando a que sus ídolos dieran la cara y alguna explicación tras el bochorno sufrido en Lisboa. Allí, de hecho, ya hubo un pequeño grupo de seguidores increpando a los jugadores.
De hecho, el único indicio de la llegada a Sant Joan Despí fue el furgón policial que escoltaba a los dos autobuses azulgranas, que no llevaban ni un solo distintivo del Barça, probablemente para intentar pasar desapercibidos.
La cuestión es que solo Monchu se dignó a salir por la puerta principal. Tampoco se vio a Quique Setién, que tiene las horas contadas en el banquillo, aunque sí lo hizo su segundo, Eder Sarabia.
En cuanto a los dirigentes, el director de relaciones institucionales, Guillermo Amor, sí paró su vehículo brevemente y departió levemente con los seguidores. 'RAC1' citó a testimonios que aseguraban que les había pedido perdón en nombre del club.
La pandemia seguramente evitó un mayor agolpamiento de gente a la puertas del sitio de entrenamiento (había más medios de comunicación, de hecho), aunque se hicieron notar con insultos y hasta incluso alguna frase curiosa, como "Nos meten ocho, como si fuéramos el Espanyol".