Qué bonita es la Champions League. Una competición donde, por norma general, no hay rival pequeño. Los que la juegan, por algo es. El Slavia es el vigente campeón de la República Checa y, aunque le haya tocado pasar por el 'play off'', en Milán ha demostrado que de 'cenicienta', nada de nada.
El Inter-Slavia no parecía un mal partido para que los 'nerazzurri' se estrenasen este curso en la Champions. Jugando en casa y contra la 'cenicienta' del grupo, ¿qué podría salir mal?
Pero desde el primer minuto ya se vio qué es lo que podía salir mal. Que el Slavia, pese a no ser un equipo plagado de grandes nombres, es sólido, voluntarioso, solidario y, sobre todo, inagotable.
Así, cada uno con su fútbol, Inter y Slavia fueron quemando los primeros minutos, atacando sin descanso, pero también sin acierto. Cada ocasión tenía una respuesta equivalente en el área contraria.
Tuvieron una tras otra Inter y Slavia, pero el gol se resistía a llegar. Sin embargo, el paso de los minutos empezó a evidenciar lo que más de uno se temía, que los checos iban a terminar comiéndose al Inter por su mayor ímpetu.
El descanso llegó, y con él el momento de que tanto Conte como Trpisovsky aclarasen conceptos e ideas a sus muchachos. Y el segundo tiempo comenzó.
Pero no siguió el guión del primero. Porque este estuvo marcado por las interrupciones. Para empezar, por la lesión de Candreva nada más comezar (entró Lazaro en su lugar), y para seguir, con una larga revisión del VAR, por una posible falta merecedora de roja de Asamoah sobre un Traore que cayó lesionado fruto de esa acción.
Eso sí, entre tanto parón, una tras otra ocasión del Slavia, sobre todo a través de un Stanciu muy confiado en su disparo lejano, y un Olayinka que parecía poder multiplicarse en el frente ataque, volviendo locos a los zagueros interistas.
Y entonces ocurrió. Saltó la sorpresa. Se adelantó el Slavia de Praga gracias al ya citado Olayinka. Perdió un balón en el centro del campo el Inter, y Olayinka cabalgó la banda.
Dio el pase de la muerte a Zeleny y este puso a prueba a Handanovic. El esloveno se tiró bien, tapó el tiro, raso y ajustado al palo corto, y repelió el disparo. Pero nada pudo hacer ante el rechace, el cual lo cazó Olayinka y lo alojó al fondo de las redes.
El gol fue un mazazo para el Inter. No encontró respuesta, y Conte tardó en mover ficha. Brozovic y un desquiciado Lautaro dejaron el partido y entraron Barella y Politano, pero tardó en reaccionar.
El Slavia administró los cambios que le quedaban, pero fue echándose poco a poco atrás. El Inter, viendo que el empate era posible, apretó en la recta final. Y los ocho minutos de alargue jugaron a su favor.
En el segundo de ellos, Soucek cometió una falta muy peligrosa. Sensi le pegó directo a puerta, el balón se estrelló en el travesaño y Barella lo recogió en el área. Le pegó de volea y, con cierta fortuna, porque no tocó en ladie, pese a haber una decena de jugadores entre él y la portería, lo metió.
El Inter respiró aliviado. Había salvado los muebles, pero había tiempo para la remontada. Y aunque merodeó el segundo gol, no lo encontró. Lazaro y Lukaku tuvieron las mejores ocasiones, pero entre Kolar y su propia posición antirreglamentaria, el tanto del triunfo no llegó.
Empieza la Champions el Inter con un tropiezo, al tiempo que el Slavia se vuelve a la República Checa con un punto que sabe a gloria, pero que bien podrían haber sido tres, firmando un partido que debe servir de advertencia a Borussia y Barcelona: el Slavia no es ninguna 'cenicienta'.