Desde la visita del Barcelona al Calderón, el 26 del pasado febrero, el Atlético no había perdido un partido. Hasta que el de siempre, el Villarreal, vino a Madrid a chafar la fiesta rojiblanca.
Es como una costumbre, una fea tradición que han impuesto los castellonenses, para desgracia rojiblanca. Los de Escribá, a diferencia del Atleti, no perdonaron la que tuvieron y eso bastó para derrotar a los de Simeone.
Entre la visita del Barcelona y la del Villarreal, el Atlético jugó doce encuentros. Ganó ocho, empató cuatro. Dos de esos cuatro empates, en Champions, con la eliminatoria a favor. Y otro fue en el Bernabéu.
Lo curioso es que el Atlético, un equipo tradicionalmente inexpugnable en su cancha, ha sido más eficaz a domicilio que en el Calderón en este 2017.
Porque no ha perdido lejos de su estadio en todo el año, y las últimas fueron en diciembre, ante el Bayern en Champions y, casualidad, ante el Villarreal en Liga.
Es decir, que los rojiblancos han perdido su último partido de Liga fuera de casa ante uno de los únicos tres que han sido capaces de profanar el Calderón.