Algo menos de 30 minutos de juego y unos chavales imberbes fue lo que necesitó el Arsenal para poner su escudo en los octavos de final de la FA Cup.
Tres cuasi adolescentes, que entro todos no llegaban a sumar ni 60 años, tumbaron al Bournemouth en su propia casa. Desparpajo, ganas de brillar e ilusión.
Arteta está consiguiendo poco a poco hacer que los jóvenes vayan encontrando su sitio en el equipo. Se sienten cómodos y con confianza, aunque juegen fuera de su posición original.
Porque muy pocos hubieran dicho que Bukayo Saka podría comenzar el partido como carrilero y bordar las labores tanto de defensa, lo poco que tuvo, como de ataque, donde fue el mejor.
A los cinco minutos de juego ya se pegó la primera carrera y la amortizó con un golazo a pase de Martinelli. Pim, pam y pum. El 'baby Arsenal' golpeó primero y rápido.
Se quedó noqueado el cuadro de los 'cherries' y los 'gunners' siguieron apretando en busca del segundo tanto. Una, dos y hasta tres veces... pero tuvo que llegar Saka una vez más.
Una vez más llegó hasta línea de fondo, solo que en lugar de disparar cedió el balón para la llegada en segunda línea de Nketiah. Pim, pam y pum, segunda versión.
El choque bajó de intensidad en la segunda mitad, hasta que el Bournemouth se volcó en ataque a falta de diez minutos. Las interrupciones por las constantes lesiones y choques alargaron el partido más de lo que los 'gunners' deseaban.
Diez minutos duró el alarge final del choque y Surridge metió el miedo en el cuerpo al Arsenal con su gol. Pero los jóvenes de Arteta mantuvieron el tipo para estar en los octavos de final.