Las aficiones de Rayo Vallecano y Granada están hermanadas desde aquel 13 de mayo de 2012. En la última jornada de la temporada, los dos clubes se jugaban su permanencia en Primera a expensas de lo que ocurriera además con los resultados de Zaragoza y Villarreal.
Los madrileños tenían 40 puntos en su haber, los mismos que un Zaragoza que ocupaba la tercera plaza del descenso. Mientras, al Granada, con 42 puntos, le valía empatar en Vallecas para continuar un año más en la máxima categoría.
Los maños dependían de sí mismos y en el 56' marcaban el gol ante el Getafe que les dejaba en Primera un año más. La sorpresa saltó, sin embargo, en El Madrigal. En el 88', Falcao adelantó al Atlético frente a un Villarreal que en ese momento estaba en el alambre.
Un gol en esos últimos minutos salvaba al Rayo, pero ponía al Granada al borde del abismo en caso de que empatara el Villarreal. Pasados los 90 minutos reglamentarios, y tras una jugada rocambolesca, fue Tamudo quien la empujó a un metro de la línea de gol a placer, en fuera de juego, para provocar la locura en Vallecas.
El sufrimiento cambió de bandao y ahora eran los aficionados del Granada los que tenían el corazón en un puño a la espera de escuchar el final de partido en El Madrigal. Éste llegó y desató la fiesta completa entre dos aficiones que esa noche unieron sus caminos por siempre.