La SD Huesca está de vuelta. Al primer intento, regresa a la élite del fútbol español. Un gran triunfo ante el Numancia y los malos resultados de Almería y Zaragoza, sus rivales directos por el ascenso directo, han sido los motivos de que, a falta de una jornada, la llegada a Primera sea un hecho.
Lo de los oscenses ha sido un plan que ha funcionado a la perfección. A principios de junio del año pasado, se anunció la incorporación de Míchel con el objetivo claro de volver a Primera cuanto antes y así ha sido. Con algunos altibajos en el camino, la meta está lograda.
Estos altibajos se pueden contar por malos resultados ante contrincantes contra los que, a priori, tendrían que haber sumado puntos. Numancia, Albacete, Fuenlabrada, Mirandés, Dépor o Ponferradina se han convertido en verdaderos problemas.
Y de ahí que la conquista del ascenso directo haya tenido que llegar casi sobre la bocina. La SD Huesca solo había estado en alguno de los dos primeros lugares de la tabla durante una jornada. Aprovechando el bajón de Zaragoza y Almería tras el parón por la crisis del coronavirus, el asalto ha sido un éxito.
Confianza y equilibrio
Las claves del ascenso han sido la confianza y el equilibrio. La confianza, en el proyecto de un entrenador que ha cumplido con creces. Si bien hubo momentos de duda por los malos resultados antes mencionados, jamás se transportaron al técnico, que continuó en una línea que acabó dando sus frutos.
El equilibrio reside en la plantilla. Se trata de una de las más completas que ha habido en la temporada en Segunda y esto se nota sobre el verde. Es difícil mirar al banquillo sin encontrar a efectivos que aportaran casi tanto o igual que los titulares habituales. Okazaki, Rafa Mir, Mikel Rico, Luisinho, Javi Galán, Eugeni, Pulido, Insua, Josué Sá... La fortaleza del plantel ha sido la mejor aliada del club.