La retirada de Daniel Agger, mítico defensa del Liverpool, sorprendió bastante a los aficionados al fútbol en el año 2016. Apenas tenía 31 años y su físico, aún imponente, parecía que tenía cuerda para rato.
'The Guardian' reveló al poco de su retirada una de esas historias desconocidas que dejan al mundo del fútbol sin palabras: el centran había abusado de medicamentos y antiinflamatorios durante toda su carrera y lo había terminado pagando.
"Quizás mi historia le incite a otros atletas a tomar menos medicamentos", comenzó lacónicamente Agger la entrevista, en la que repasó los momentos más bajos de una exitosa carrera profesional.
El central danés reconoció que su vida pegó un cambio drástico cuando, el 8 de marzo de 2015, su equipo, el Brondby, se enfrentaba al gran rival por el título, el Copenhague.
Apenas 29 minutos después del pitido inicial, Agger tuvo que ser sustituido. No sentía dolor, pero tuvieron que retirarle en camilla con temblores por todo el cuerpo. Nunca debió haber comenzado aquel encuentro pero, como durante toda su carrera, se medicó para poder participar. Había sufrido un fuerte golpe apenas una semana antes y si no hubiera sido el referente del Brondby no hubiera jugado.
Agger era hiperlaxo -podía extender mucho más que cualquier persona articulaciones, músculos, cartílagos y tendones- y sus problemas se recrudecieron con fuertes dolores en la espalda durante 2007 y 2008. "He tomado demasiados antiinflamatorios durante mi carrera. Sé con certeza que eso no es bueno y, aunque no gano nada con decirlo, es bueno que otros atletas conozcan mi historia y decidan tomar menos medicamentos", insistió.
En relación al partido mencionado, Agger tomó seis antiinflamatorios al día -era la dosis máxima recomendada- durante la semana anterior, cuando los doctores le habían prohibido hacerlo durante más de tres días. En el día del partido, tomó otras dos píldoras durante la mañana y dos más antes de salir hacia el estadio del Copenhague desde el del Brondby.
Como empezó a quedarse dormido, contrarrestó el efecto de los medicamentos con complejos de cafeína y bebidas energéticas, pero durante el calentamiento aún confiaba en no jugar y que otro compañero le sustituyera. "Solo tenía una cosa en mente, y era quedarme en el vestuario después del calentamiento, pero finalmente me puse la camiseta y decidí jugar el partido", continuó.
La charla que dio a sus compañeros antes del partido carecía de sentido y fue incapaz de encadenar una buena acción durante el choque hasta que en el minuto 29 fue sustituido. Se sentó en el banquillo, pero tuvieron que ayudarle a abandonar el campo hacia la sala de fisioterapia, algo que ni tan siquiera recuerda con claridad.
Agger decidió entonces seguir los consejos de su mujer, Sofía, y dejó de tomar con asiduidad el medicamento, hasta que a finales de la siguiente temporada decidió dejar el fútbol. "He llegado a un punto en el que he tenido suficiente, tanto mental como físicamente", dijo entonces. Era el grito final de un jugador que, no lo olvidemos, se dio el lujo de rechazar jugar en el Barcelona durante su carrera.