Más allá de Messi y de héroes inesperados, dos centrocampistas desbordantes de talento viven la final con suma importancia, pero cada uno a su manera. El vencedor del duelo entre Coutinho y Banega puede decir muchas cosas del partido.
En el caso del brasileño, vino al Barça para partidos como el de hoy. Aunque probablemente sólo falte un encuentro para que celebre matemáticamente la Liga, la Copa es la que le ofrece el primer momento de la verdad. Y si él vino para celebrar estas noches, el club lo contrató para que fuera decisivo en ellas.
Sin opciones de jugar Champions, en la Copa tuvo sus primeros momentos. Para foguearse e ir entrando en dinámica. Pero también apareciendo de manera oportuna en la vuelta de semifinales contra el Valencia. Su tanto en Mestalla tranquilizó al Barça y orientó su clasificación.
Su desequilibro debe llegar en los tres cuartos de campo, bien con su demostrada capacidad de tiro, bien con último pase y regates en zona de peligro. En días como hoy es cuando se justifican grandes inversiones, como la suya.
En la otra orilla
En cuanto al argentino, el metrónomo del Sevilla, su experiencia en estos encuentros es importante. Aunque su último precedente, también contra el Barça antes de irse al Inter, pone a prueba su pulso.
Entonces, Banega iba para el mejor jugador de la final. Y tuvo el gol que hubiera dado ventaja a su equipo en la prórroga, pero se topó con la madera. Para colmo, luego tuvo que ver la roja para frenar una oportunidad clarísima de Neymar.
Se marchó entre lágrimas aquel día. Poco después, regresó para volver a vivir una noche como hoy, que le pone la 'vendetta' en bandeja.
Del internacional albiceleste se espera que aporte el 'tempo' y el descaro del Sevilla. Lo suyo es más una batuta. El mando de Coutinho suele traducirse más en una varita. Dos maneras de ser decisivos en el Wanda.