Las piezas se colocaron sobre el tablero y generaron una igualdad en la que los de Víctor estuvieron por encima constantemente por poco. Prueba de ello fueron las claras ocasiones de Juanpi, que le dio al palo, y Adrián, que casi mete gol después de un fallo defensivo rival.
La organización defensiva de los 'boquerones' fue clave, pues impidió en la mayor parte de las ocasiones que sus contrarios alcanzaran el área. Solo Pedri rompió la tónica del enfrentamiento con un disparo atrevido desde la frontal del área que se fue por encima del larguero.
Los locales tuvieron mas posibilidades de marcar, pero los pupilos Pepe Mel fueron de menos a más conforme se acercaba el descanso. El cansancio comenzó a mermar ambos cuadros y ello radicó en menos ocasiones en La Rosaleda, aunque la batuta la seguían teniendo los de Martiricos.
Rubén Castro hizo a poco tiempo de comenzar el segundo acto lo que mejor sabe hacer: transformar en gol todo lo que toca. Mikel conducía la pelota en defensa y la perdió de forma inexplicable, así que los canarios la recuperaron y se la pasaron al delantero, que marcó un espectacular tanto superando a Munir, que estaba adelantado, con mucha calidad y precisión.
Desde entonces, el Málaga protagonizó un verdadero asedio sobre la meta rival. Los canarios no tenían ninguna ocasión ante unos locales que estaban lanzados por su grada y las ganas de remontar. Aythami cometió un error derribando a Juanpi en el área y provocando un penalti -con algo de polémica- que Adrián metió sin problemas tirando de galones.
El dominio total de los malacitanos siguió presente en la recta final hasta el final del enfrentamiento. Los insulares se centraron en defenderse y salvar los muebles, y lo hicieron perfectamente, ante un conjunto que estaba siendo muy superior sobre el verde. Finalmente, hubo un reparto de puntos que le supo a poco a los blanquiazules, pero que fue oro para los canarios.