El Barcelona aguantó toda una hora el empate a cero, que dejaba el pase para las azulgranas a un único gol, contra uno de los equipos que aspiran a ganar esta edición, como cuatro de las 17 anteriores.
De hecho, es tal el poderío en la actualidad de las galas que han estado en todas las finales desde 2010, salvo en las de 2014 y 2015, ganando cuatro de las seis.
Eso no amedrentó al Barça, que salió con el mismo espíritu que en la ida, sin nada que perder y con mucho por ganar. Pero ese énfases se diluyó pronto.
El Barcelona pareció olvidarse de que necesitaba marcar para pasar, y parecía por momentos que las azulgrana se conformaban con no perder. Como si a las pupilas de Fran Sánchez les hubiese entrado el vértigo a la hora de la verdad.
Incapaces de generar peligro, ni siquiera de dar continuidad a sus jugadas de ataque, parecía inevitable que el Lyon, casi sin querer, lograse un gol que sentenciase la eliminatoria.
Este tardó en llegar, pero lo hizo a la hora de partido, cuando Eugéne Le Sommer anotó un gol fantasma que confirmaba el dominio de las francesas sobre el terreno de juego.
Sandra Paños le negó el gol a Le Sommer en al menos dos ocasiones previas, pero la delantera del Lyon terminaría por ganarle el duelo a la arquera azulgrana.
El tanto no estuvo exento de polémica, pues a primera vista pareció que Alexia salvaba el gol bajo palos, pero la colegiada lo dio por válido a instancias de su asistente.
El gol hizo justicia a lo visto sobre el césped del Mini Estadi, pero no por ello hay que reconocer el mérito que ha tenido caer ante la tetracampeona de europa en el antepenúltimo peldaño de la máxima competición continental de clubes femenina.