Puede que fuera por la hora tan mala para jugar, la temperatura que hacía en Leganés o, simplemente, falta de acierto y nerviosismo por dos situaciones la mar de complicadas. Sea como fuere, el cuadro 'pepinero' y el Betis se fueron de Butarque igual que llegaron, con un carro lleno de dudas.
Con un ojo en lo que hacía el Espanyol en el Pizjuán arrancó el Leganés la previa del encuentro. Ser colista, de momento, es algo testimonial teniendo en cuenta lo apretada que está la situación en el farolillo rojo. Pero las piernas pueden temblar en el peor momento por verse en la peor posición del campeonato.
Si alguien mereció algo por lo que se vio en el primer tiempo fue, sin duda, el Leganés, que empujó, presionó y mordió, pero tuvo muchísimos problemas para generar peligro ante un Betis irreconocible: lento, perdido y sin apenas proyección ofensiva.
Aguirre mantuvo su 5-3-2 ya habitual, y Braithwaite, acompañado esta vez por Ruibal, comenzó enchufado. Bartra y Mandi se pusieron de acuerdo para no dejar pasar ni una. Mientras tanto, en el ataque verdiblanco se volvió a notar que el equipo cae en un foso de incertidumbre cuando Fekir, expulsado ante el Barça, no está.
La paz firmada por Leganés y Betis solo estuvo a punto de tirarla por la borda un Borja Iglesias errático y desesperado que terminó siendo expulsado en el 93' por un empujón incomprensible contra un trabajador del conjunto local. Hasta entonces, solo algunos zarpazos puntuales estuvieron a punto de romper la igualdad en el electrónico.
Rubi, ante los continuos errores de sus jugadores, movió ficha y dio entrada a Loren y Barragán. Lo mismo hizo diez minutos después Javier Aguirre con las entradas de Bryan Gil y Óscar Rodríguez. Había 'jugones' en el terreno de juego, pero faltaba mordiente e ímpetu por conseguir el triunfo.
Mientras el Leganés solo avisaba desde lejos, el Betis fue creciendo en el partido y, en una acción, la conexión Canales-Aleñá estuvo a punto de ser productiva. Soriano se coronó en una nueva ausencia de Cuéllar con varias intervenciones de mucho mérito para, al menos, mantener su portería a cero.
Cómo fue de tranquilo el partido que, en un duelo con tanto en juego, apenas se añadieron dos minutos de prolongación. Aunque en esa fase de partido dio tiempo a la revolución violenta que impuso Borja Iglesias, que se dio cuenta de su error pronto. Empate en un choque lleno de fallos.