A los 41 minutos de partido, los locales se quedaron con un jugador menos por una fea reacción de Janos ante una falta de un rival.
El futbolista, en el suelo, se revolvió y le propinó un golpe a su contrincante a escasos metros del árbitro. Este no lo dudó, le enseñó la segunda amarilla y lo mandó a vestuarios.
Sin embargo, el VAR advirtió al árbitro sobre la jugada. Acudió a ver las imágenes y, a los pocos segundos, mandó llamar a un Janos que ya se había perdido por el túnel.
La afición del Banik Ostrava se vio esperanzada, ya que muchos pensaban que cambiaría su decisión. Pero nada más lejos de la realidad. El jugador acudió de nuevo al césped tras ser llamado por los ayudantes, pero lo que vio fue la roja.
El árbitro dejó sin efecto la amarilla y entendió que su reacción merecía la expulsión por roja directa.