Los de Paco Jémez, marcados por el carácter valiente de su entrenador, salieron a por todas. Conscientes de que hacía falta ya una victoria, protagonizaron incesantes llegadas al área rival para marcar. Faltaba bastante precisión y una pizca de fortuna para materializar las ocasiones.
En frente estaba un Cádiz que se defendía con uñas y dientes ante las acometidas. Los de Cervera detectaron rápidamente que no iban a poder jugar al toque, sino a la contra y cuando se pudiera. De ahí que tuvieran una mucho menor presencia en los dominio de Dimitrievski.
Pero llegó ese ataque relámpago que querían los visitantes. Nano recibió un pase en profundidad y se quedó solo ante el guardameta, pero le dio a Alejo un 'pase de la muerte' y el atacante marcó a placer. El asistente indicó fuera de juego de Nano al principio, pero el colegiado refrendó la diana.
El cuadro amarillo logró que la dinámica en la segunda mitad fuera la misma que en la primera. El Rayo, desfondado en ataque, no encontraba los huecos y se desesperaba cada vez más. Sus rivales solo atacaban gracias a algunas contras aisladas, pero seguían ganando.
Pero apareció Trejo, que se revolvió dentro del área y mandó la pelota al fondo de la red con un zapatazo de derechas. El esférico rebotó en Marcos Mauro, así que la diana se consiguió con algo de fortuna, pero sirvió para el empate. Un minuto después, Catena le dio al palo de cabeza.
Si hay una palabra que puede definir lo que ocurrió en el tramo final, esta es locura. El partido se rompió y cualquiera de los dos pudo ganar. Los nervios a flor de piel propiciaron más faltas de las necesarias y hasta llegó un gol de los gaditanos, pero fue anulado. A pesar de todo, el 1-1 no se movió al final.