Fue, por ejemplo, el caso de Agustín Gómez, nacido en Rentería en 1922. Llegó a Rusia siendo un adolescente, y pasó sus primeros meses en un internado en Odessa.
Sin embargo, su talento con el balón le abrió las puertas de Moscú, donde entró en la Escuela de Ingeniería. Porque en la Unión Soviética el deporte era una parte fundamental del desarrollo personal.
Medró en el mundo del fútbol, y llegó a capitanear el Torpedo de Moscú. Sus actuaciones le valieron la convocatoria por la Unión Soviética. Llegó a ser una celebridad en la colonia española en Rusia.
Y, en lo personal, se convirtió en un ferviente comunista. Metido de lleno en el partido, cuando en 1956 la dictadura franquista abrió el puño y permitió el retorno de algunos refugiados.
Uno de ellos fue Agustín, un inocente futbolista en apariencia, pero todo un caballo de Troya para reorganizar el Partido Comunista en España.
La Policía Franquista, a la que a suspicaz ganaban pocas, lo primero que hizo fue interrogarle. Dirección General de Seguridad le apretó las tuercas nada más pisar suelo español, y él no se molestó en ocultar su pasado comunista.
Quizá pensaba que, siendo tan directo, la Policía se olvidase de él. Como si por ser sincero no fuera a ser tan inconsciente de atentar contra el Estado. No coló.
Su familia movió hilos para que a sus 34 pudiera jugar al fútbol en España. Logró que el Atlético le contratase, y con la rojiblanca disputó un único partido, un amistoso contra el Fortuna de Düsseldorf en el antiguo Metropolitano.
Era 'el rojo'. Ya de por sí, un 'handicap' para relanzar su carrera en un país gobernado por una férrea dictadura fascista y fervientemente anticomunista, donde la delación era el deporte nacional.
Pero es que además firmó un partido horrible. Fuera de forma, no estuvo para nada acertado, y ese amistoso fue el punto y final a su carrera. Era el 8 de diciembre de 1956.
Tenía a la DGS encima donde fuera. Consciente de que no podía jugar más, pasó a los banquillos. Pero estaba casi más tiempo con su "misión de espía", reorganizar el PCE en Euskadi, que centrado en el fútbol.
Y en 1961 fue detenido por ello. Fue trasladado a la infame prisión de Carabanchel, donde pese a las torturas nada pudieron sonsacarle. Desde Moscú se pidió su liberación, y gracias a la difusión de la agencia AFP se logró.
Se exilió en Sudamérica, y desde allí siguió trabajando al amparo del KGB. Cada vez más enfrentado con Santiago Carrillo por la deriva que a su juicio tomaba el PCE, sobre todo tras la invasión de Checoslovaquia por parte de la URSS.
Carrillo le expulsó del Partido, pese a la objeción de Dolores Ibarruri, 'la Pasionaria'. Falleció cuatro días antes que el dictador, el 16 de noviembre de 1975. Fue enterrado con honores en Moscú.
Defendió la camiseta soviética en varias ocasiones, aunque se recuerda con especial importancia su presencia en la Selección Olímpica de Helsinki 1952, los primeros disputados por la URSS en su historia.
No fue el único que vistió la casaca soviética. Menos peliculera fue la historia de Juan Usatorre. Nació ya en Moscú, en el seno de una familia de exiliados, en vísperas de la II Guerra Mundial.
Desde pequeño, Agustín Gómez fue su referente, y como él, fue futbolista. Debutó en el Lokomotiv de Moscú, el equipo del Ministerio de Ferrocarriles, aunque donde brilló especialmente fue en el Dinamo de Minsk.
Pasó sin pena ni gloria por el Spartak y tuvo que volver al Torpedo. Defendió la camiseta de la Unión Soviética en cinco ocasiones, ocho encuentros preparatorios para el Mundial de 1966, pero no pasó el corte.
Volvió a España en el gran retorno de los años 80, y falleció en Barcelona en 1989.