Concretamente, el delantero del histórico equipo escocés paró el juego antes de ejecutar un saque de esquina para tomar del suelo una botella que le tiraron y mostrársela al árbitro.
El colegiado, que quizá no se había dado cuenta de la gravedad del asunto, tomó la acción del jugador como una pérdida de tiempo y le amonestó por haber paralizado el juego.
En la instantánea captada por el 'Daily Record Sport' se puede ver cómo el jugador protesta sin terminar de creerse lo que estaba pasando... con la propia botella en la mano. Surrealista no, lo siguiente.
Leigh Griffiths got booked for showing the ref that he was getting bottles of Buckfast thrown at him by Linfield fans tonight. pic.twitter.com/QpkKrEiOlE
— Sportsignings (@Sportsignings) 14 de julio de 2017