Los felinos jugarán su segunda final en este año tras eliminar por tercera vez consecutiva a un Toluca marcado por la inestabilidad y la bipolaridad.
Cuando el festival de juego procedente de las botas de Gignac comenzó, el Toluca no tuvo más remedio que intentar frenar los ataques de un Tigres con ganas de arañar. El primer susto llegó cuando Dueñas durmió el esférico con la testa para prolongar hacia Sóbis, pero Ríos no dejó que el cuero se alojara en la portería.
En la segunda mitad, el Toluca había conseguido aguantar el empate a cero y la misión seguía siendo la misma, aguantar. Este marcador era el que más le acercaba a la final entre las cuatro últimas semifinales fallidas.
Sin embargo, en el terreno de juego se seguían escuchando unos rugidos que se veían frenados por Talavera ante un Gignac que no dejaba de asediar. En un instante, Triverio desato la furio de un Toluca que comenzó a desplegar juego y peligro. Primero Uribe y luego Galindo cabeceron con intensidad pero el esférico no encoentró el marco de Guzman.
En plena alegría tuloqueña, Damián Álvarez comenzó una jugada que culminó con el remate de Aquino para destrozar la portería de Christian Pérez. Poco tiempo después, Dueñas arrancó, Gignac ejecutó y Damián Álvarez, por el que los años no pasan, remató para sentenciar un choque de alto voltaje.
No había tiempo para más y el Tigres jugará una final después del último desastre en Azteca con tres expulsados. ¿Qué pasará esta vez?