Fue una pena, porque deportivamente el empate sirve para muy poco tanto al Villarreal, que lleva ya seis jornadas sin ganar, habiendo sumado apenas dos de 16 puntos, como al Atleti, que volvió a defraudar a domicilio, una semana más.
El aficionado puede encontrar consuelo en el hecho de que al menos pudo presenciar un partido entretenido, con multitud de ocasiones, con mucha igualdad. Un partido que hubiera sido excelente, memorable, de haber habido goles. Para el ganador, claro.
El Villarreal continuó con su apuesta al fútbol vivo y alegre, mientras que el Atleti fue el Atleti menos Atleti de la temporada, un que, aún siendo rocoso y sobrio, buscó con cierto descaro el ataque al precio de dar más facilidades a su rival.
Desde el primer minuto hubo ocasiones, y el goteo fue constante hasta el 94', momento en el que Hernández Hernández decretó el final del partido.
El Villarreal daba un aviso, el Atleti contestaba. Y así los 90 minutos. Zambo Anguissa y Samu trajeron de cabeza a la zaga rojiblanca, mientras que entre los 'colchoneros' era Joao Félix el que trataba de desestabilizar al rival con su juego fantasioso.
De hecho, el joven futbolista luso tuvo una ocasión clarísima a los doce minutos de partido, cuando un disparo suyo desde la frontal lo desvió lo justo Sergio Asenjo para mandarlo a la cepa del poste, privando al Atleti del 0-1.
Nadie rehuyó el intercambio de golpes, ni siquiera tras el ya citado tiro al palo de Joao Félix. De hecho, la respuesta más contundente del Villarreal llegó pasada la media hora de partido, tras unos minutos de tregua.
Manu Trigueros logró recibir, girarse y disparar dentro del área de Oblak, obligando al esloveno a meter una mano que a la postre resultaría providencial para mantener su meta a cero.
El partido, eso sí, no se libró de una cierta polémica. Porque Morata, amonestado desde muy pronto por soltar un codazo en un salto, pudo haber visto la segunda por una acción similar en las postrimerías del primer tiempo, una segunda amonestación que Hernández Hernández le perdonó.
El descanso sirvió para aclarar ideas, sobre todo a un Atleti que se había enfangado en la recta final del primer periodo. Salió el Atleti más valiente al segundo tiempo, pero no le bastó para batir a Asenjo.
Un Asenjo que, todo sea dicho, apenas fue exigido. Se marchó el Atleti de La Cerámica con 18 disparos efectuados, pero solo tres de ellos entre los tres palos. Tampoco tuvo mucho trabajo Oblak: de los 23 tiros del cuadro local, solo otros tres fueron a puerta.
Los minutos fueron pasando, y mientras Simeone lanzaba a los suyos a la ofensiva (el cambio de Vitolo por Thomas relanzó al Atleti al ataque), el Villarreal continuó con su plan, potenciado ahora con la práctica desaparición del centro del campo.
El partido se convirtió por momentos en un correcalles, una ruleta rusa futbolística a la que ambos acabaron jugando con el tambor vacío. Al final, un empate a cero tan intenso como insuficiente para ambos.