Dicen que el dinero no da la felicidad. Muchos rebaten que, aunque no la dé, sí que ayuda a encontrarla. Para otros, directamente, los ceros de la cuenta ocultan cualquier déficit que pueda existir en sus vidas.
Extrapolando a lo futbolístico, el Bayern se abonó a esta última teoría y tapó con una goleada un partido que no fue, ni mucho menos, para un 4-0. El rodillo de los de Flick pareció aplastar a su rival más por inercia que por esfuerzo de los que debían empujarlo. No jugó mal el cuadro alemán, no. Pero no fue ese Bayern que asusta a todos normalmente ni, mucho menos, aquel del 2-8 en Lisboa.
Empezó bien el Atleti de hecho en Múnich. Antes del primer minuto, ya tuvo dos córneres que metió un poco el miedo en el cuerpo a su rival. Suárez se movía bien arriba y en el 3' se quedó a pocos centímetros de llegar a un pase raso de Lodi al segundo palo.
Pero poco tardó el Bayern en coger al toro por los cuernos. Se hizo con la bola el equipo de Flick, que fue arrinconando al Atlético en su campo. Pero le faltaba ese ritmo frenético y eléctrico que suele mostrar a menudo, aunque las llegadas sí empezaron a repetirse en el área de Oblak.
El portero del Atlético no tuvo culpa en ninguno de los cuatro tantos, pero sí que echó de menos su equipo alguna parada por encima de lo humano. Es verdad que suele hacerlas, pero también es cierto que no es buena señal acostumbrar (malacostumbrar, ciertamente) a un equipo a cosas así.
El meta vio cómo Lewandowski tampoco fue el de siempre cuando mandó fuera un acrobático remate en el área antes de que Süle, tras un córner, mandase el balón al palo. Se salvó un Atleti que no podría decir lo mismo antes de la media hora.
No me des méritos, dame goles
Una buena parada de Oblak precedió a dos ataques malogrados de Carrasco y Suárez que pudieron cambiar la película antes del tanto de Coman. Pero, una vez más, el gol fue el que decantó una balanza que, hasta entonces, no recogia una mala imagen de los españoles.
El belga se precipitó en un pase de Joao Félix que remató demasiado pronto, pero se resarció con una jugada en el lateral del área. Se fue de dos marcadores y asistió a un Suárez que, a la altura del punto de penalti, mandó la bola fuera.
Coman no haría lo mismo en el 29'. Se plantó en el área tras una gran asistencia de Kimmich y batió por bajo a Oblak. El gol hizo olvidar las dos que tuvo un Atleti que, sin quererlo, se vino abajo tras el tanto.
El Bayern aprovechó para remar a favor de la corriente y aumentó la ventaja cuatro minutos antes del descanso. Göretzka firmó un remate seco y cruzado en el área tras pase de Coman para llevar el 2-0 al marcador antes del descanso.
Sin rastro de sus mayores bazas en ataque, Müller y Lewandowski, los locales lograron allanar el camino antes de un segundo tiempo que aún tuvo menor ritmo que el primero.
Pudo cambiar la historia nada más empezar, pero Joao Félix marcó con Suárez frente a Neuer y en fuera de juego. El VAR avisó y el colegiado lo anuló. De nuevo, un gol (un no gol en este caso) fue decisivo en el encuentro.
Con el paso de los minutos, el Bayern cogió confianza y jugó con la necesidad del Atlético. Los de Simeone se asomaban en contraataques con más trabajo que frutos. Justo al contrario que su rival.
Müller perdonó el tercero a la hora de partido con un centro-chut que acabó sin ser ni lo uno ni lo otro. Tampoco acertó Carrasco en una de las mejores de los suyos en todo el partido. Joao Félix dirigió a la perfección un contragolpe que cedió justo a tiempo al belga, pero este no decidió bien ni en forma ni en el momento y acabó la ocasión con un disparo indigno de la jugada.
Esto espoleó a un cuadro germano que acabó con las ilusiones rojiblancas con dos golazos en solo seis minutos.
Tolisso mandó al fondo de la red un zurriagazo desde la frontal de esos que suben paulatinamente hasta quedarse encerrados en las mallas. De no existir, igual habría que haber ido a las afueras de la ciudad a por la bola.
En el 72', Coman eligió la belleza en vez de la potencia para llegar al título de golazo. Rompió por dos veces a Felipe con un baile que seguro no olvidará y batió a Oblak con un remate cruzado.
La recta final fue un intento de maquillar el marcador de un Atlético que, sin embargo, sí logró dar colorete en el verde a lo que a juego y actitud se refiere. Pero ya nos conocemos. Y el fútbol también. Si entra, todo va bien, porque aquí sí que los goles dan la felicidad.