A expensas de cualquier tipo de sorpresa, como la que sufrió el martes el Tottenham, los equipos grandes miran a estas primeras rondas de copa con la oportunidad de ampliar el compromiso de la plantilla.
Las rotaciones están a la orden del día y los menos habituales, en choques con menor carga emocional, tienen la obligación de dar el máximo ante equipos de menos entidad.
Algo que cobra más importancia en esta nueva era del Chelsea, en la que su nuevo técnico, Frank Lampard, prefiere darle bola a los más jóvenes ante la imposibilidad de incorporar futbolistas.
Está en juego el futuro del club, por lo que los más experimentados de la plantilla están obteniendo en este inicio de temporada un rol más secundario, sobre todo en el reparto de minutos.
Llegó la EFL y, con ella, la titularidad de jugadores como Caballero, Zouma, Pedro, Barkley o Batshuayi, que se juntaron con los Guehi, Gilmour, Hudson-Odoi o Pulisic, este último con más galones.
Los 'mayores' se vieron ante la necesidad de demostrarle al entrenador inglés sus ganas de participar más en el juego del equipo y no fallaron.
El ex jugador del Everton hizo el primero en el minuto 5 y el delantero belga, con idas y venidas en los últimos años, firmó el primero de sus dos goles tan sólo dos minutos más tarde.
Con todo encarrilado antes del 10', Green recortó distancias y amenazó con revolver las tripas de los aficionados que se acercaron a Stamford Brigde. Era sólo un espejismo.
Pedro firmó el tercero antes del descanso, inaugurando una etapa de letargo en el equipo de la League Two, y la apisonadora 'blue' terminó por maquillar el resultado hasta el 7-1 final.
Zouma, James, de nuevo Batshuayi y un Hudson-Odio con aires de reivindicación, certificaron el cómodo pase del Chelsea a los octavos de final de la EFL Cup en una segunda parte que sirvió para seguir decorando las bases de un equipo en plena reconstrucción.