A Ángel Correa se le descubrió un quiste en un ventrículo ya en Madrid, cuando iba a firmar por el Atlético. "Estaba con mi representante para firmar el contrato, pero los médicos notaron algo... Me dijeron que me tenía que operar del corazón", explicó el argentino a 'Página 12'.
"Lo primero que pensé fue que no quería. Mi idea era jugar la semifinal de la Libertadores con San Lorenzo. Después, en frío, pensé que lo mejor era operarme", continuó Correa.
Pese a lo complicado de la operación, Correa nunca pensó que eso pudiera retirarle de los terrenos de juego. "Jamás pensé que no iba a poder jugar más. Fue lo primero que pregunté y los méidicos me dijeron que no había riesgo de no jugar más... Me mintieron", confesó el argentino.
Obviamente, los médicos decidieron no confesarle esto para que pasara por el quirófano, puesto que era lo mejor para su salud. "No me dijeron nada antes para que me operara. Pero después salió todo bien y me contaron que existía esa posibilidad de que si salía algo mal, quizá no podría volver a jugar", recordó.
Pero ese no fue el único momento difícil que pasó en su vida. Ángel Correa perdió a su padre cuando era muy joven. También fallecieron dos de sus hermanos y, obviamente, eso le ha marcado la vida.
La mejor medicina en esos momentos duros fue el fútbol. "Desde los 10 años, cuando perdí a mi papá, se convirtió en algo que me sacaba de todo lo que me hacía mal. Después, perdí a dos hermanos y el fútbol me hace olvidarme de eso", señaló.
"Cada vez que entro al campo a jugar, me olvido de las pérdidas que tuve y lo único que quiero es divertirme con mis compañeros en el Atleti o con amigos en Rosario", continuó.
Así es Ángel Correa. Un tipo humilde, sencillo, trabajador y todo un ejemplo de superación.