Los médicos aseguraron que todos los niños están sanos y fuertes y tanto ellos como su entrenador han recuperado entre dos y tres kilos desde que fueron rescatados, aunque a algunos se le suministraron antibióticos por haber contraído un principio de neumonía.
Los pequeños tienen entre 11 y 17 años, mientras que el entrenador tiene 25. Vestidos con sus camisetas de los Jabalíes Salvajes, los 12 chicos y el entrenador contaron que estaban tranquilos en la cueva.
Según afirma 'NBT World', más de 100 preguntas fueron enviadas para que el equipo de fútbol las respondiese. Todas fueron entregadas por adelantado a las autoridades tailandesas y fuera analizadas y seleccionadas por psicólogos antes de la rueda de prensa.
July 18, 2018
En un vídeo que difundieron en la rueda de prensa se puede ver a uno de los niños hablando con los trabajadores del hospital. "Todo el mundo estaba preocupado por nosotros, no tengo palabras, me gustaría verlos otra vez en el futuro", dijo.
"El buceador no era tailandés y nos sorprendimos, fue un milagro. Tuve que pensar mucho para contestar las preguntas y traducir", afirmó el niño que colaboró con el equipo de rescate hablando en inglés.
Lo primero que hicieron fue tocar un balón, pero también pudieron disfrutar de finalísima de la Copa del Mundo: "Vimos la final del Mundial en el hospital, fue muy divertido, animamos a los franceses".
Ekapol Chantawong, el entrenador, explicó que el grupo se había puesto de acuerdo en entrar a la cueva, lugar en el que varios del equipo ya habían estado antes. No llevaban comida, pero todos sabían nadar, aunque se había informado lo contrario.
"Pensamos estar en la cueva durante una hora, pero nos dimos cuenta que estábamos atrapados cuando quisimos salir. No fuimos conscientes de lo rápido que podía subir el agua", afirmó.
"En ese momento no tuvimos miedo, no estaba preocupado, pensé que el día siguiente el agua habría bajado", agregó.
Sin embargo, no fue así, por lo que el grupo tomó otra decisión: "Decidimos buscar una forma de salir. Discutimos si era mejor seguir hacia adentro o retroceder".
El grupo optó por la segunda opción, pero el camino ya era innacesible porque el agua subió casi tres metros, según explicó el entrenador.
Fue entonces cuando se instalaron en un sitio elevado de la cueva para mantenerse a salvo del agua y se turnaban para cavar un agujero con piedras en busca de una salida.
"Vimos que el agua goteaba de las paredes, así que nos quedamos cerca de esa fuente. El agua estaba limpia", contó Aek.
Pero el hambre empezó a afectar al grupo. "Me sentía muy débil e incluso tenía la sensación de que me desmayaba. Intentaba no pensar en la comida", explicó 'Titan', el más pequeño del grupo, de tan solo 11 años. Mientras tanto, el entrenador se aseguraba de que todos bebieran agua y de levantar el ánimo de los niños.
Las autoridades, preocupadas por la salud mental de los niños al verse expuestos a una popularidad súbita en todo el mundo, han recomendado, junto a los médicos, no dar más entrevistas a los medios de comuinicación a corto plazo y tratar de retomar su rutina lo antes posible.
"Están listos para irse a casa, no hay nada de lo que preocuparse", afirmó una de los doctoras que los ha tratado. Ninguno de ellos tiene secuelas psicológicas.
Tampoco tuvieron palabras de recuerdo para Saman Kunan, el ex marine tailandés que murió tras quedarse sin oxígeno dentro de la cueva por darles las bombonas al grupo.
Los niños mostraron un retrato del buzo como homenaje y será entregado a la familia de Kunan. "Estamos todos muy tristes. Nos sentimos culpables por su muerte", dijo el entrenador.