-- GERÓNIMO RULLI/MIKEL OYARZABAL.
Los dos, uno realizando paradas salvadoras y otro con su gol más importante en su temprana irrupción en la elite, extendieron la maldición en Anoeta del Barcelona. Devuelven la emoción a una Liga que parecía sentenciada con un testarazo perfecto de Oyarzabal, marcando los tiempos en su salto y colocando en la escuadra su remate. Su entrega y el sacrificio defensivo que hace por la Real Sociedad provocó una despedida en pie de su afición tras escuchar como se coreaba su nombre por primera vez.
La noche de alegría en San Sebastián la redondeó el recital de Rulli con seis paradas de nota, especialmente una mano rápida a Neymar, una intervención a Andrés Iniesta y otra de reflejos a un testarazo de Messi. Seguro por arriba, rápido en sus salidas. Una nueva actuación brillante de un portero que se crece ante los grandes.
-- FC.BARCELONA.
Un punto de los nueve últimos empuja al análisis de su momento irregular al Barcelona. Pasa de tener en su bolsillo el título liguero a sentir el aliento del Atlético de Madrid o ver cómo resucita el Real Madrid, impulsado por su triunfo en el Clásico. Nadie esperaba su desplome y la falta de reacción que ha mostrado en los momentos de dificultad. No la tuvo en El Madrigal, tampoco en el Camp Nou cuando su gran enemigo jugaba en inferioridad numérica, ni impuso su superioridad con todo el partido por delante para remontar a la Real Sociedad.
Entre el físico y lo psicológico se puede explicar el bajón azulgrana. Cuando hubo dificultades en algunas jornadas pasadas siempre apareció Leo Messi como salvador. Hubo exhibiciones de un equipo convertido en martillo pilón pero también partidos que no necesitó de su mejor fútbol para vencer. Ahora Messi lleva cuatro jornadas sin marcar ni asistir, caminando más que corriendo por el terreno de juego, siendo el jugador que menos kilómetros acumula en sus piernas y sin ese poder decisivo en sus apariciones. Coincide su bajón tras un largo viaje y los partidos de selecciones. De los grandes nunca se duda porque siempre vuelven. Del más grande menos aún. Pero el Barça necesita que lo haga pronto
-- JAMES RODRÍGUEZ.
Le llegó la oportunidad de Zinedine Zidane a un James que saltó al césped del Santiago Bernabéu con la lección aprendida. Comprobó cómo se puede pasar en poco tiempo de ser uno de los preferidos del madridismo a ser señalado con silbidos. Su temporada ha sido irregular. Con Rafa Benítez nunca conectó y cuando se esperaba la vuelta de su mejor versión con Zizou ha acabado confirmando su condición de suplente y sin tener minutos en partidos decisivos.
Ante el Eibar era su día y salió a comerse el mundo. Corrió más que nadie, robó más balones que ningún compañero y mostró que ha entendido que en el Real Madrid el centrocampista que no defienda no tiene opción de jugar por el peaje que se paga al jugar junto a la BBC. Arrancaba el partido y le pidió una falta al borde del área a Cristiano Ronaldo. El portugués, que no suele acceder a esas concesiones, tuvo un gesto solidario por el bajón de James. El gol en una de sus especialidades puso todo de cara. Los silbidos cuando sonó su nombre por megafonía, tras una imagen en Wolfsburgo riéndose en la banda con su equipo perdiendo, se transformaron en aplausos por su entrega. Se ha ganado una nueva oportunidad y en el intento de remontada europea del martes hecho su instancia a un papel principal.
-- FERNANDO TORRES.
Llegaba a Cornellá-El Prat de uno de los peores días de su larga carrera, sintiéndose responsable de la remontada europea del Barcelona por una expulsión tan rigurosa como evitable. Pidió perdón en público y horas después quiso devolverlo en el terreno de juego, de nuevo con una imagen cercana a la más desequilibrante, la que le empujó a abandonar el equipo de su corazón para protagonizar un peregrinaje por históricos clubes europeos.
Fernando voltea su situación a base de trabajo para mostrar en el campo que el 'Cholo' Simeone estaba equivocado cuando le consideró como la última de las opciones entre sus delanteros. Tres partidos seguidos marcando, años después, hacen ver que todo lo que está sucediendo es tan solo mérito suyo. Hasta lo reconoce su entrenador porque Torres se ha tenido que ganar el puesto con mucho sudor en el camino hasta cambiar la situación a base de tantos. Provoca que los que le vieron más fuera que dentro a un icono y han tardado en renovarle, tengan que dar marcha atrás en sus argumentos.
-- ÁLVARO NEGREDO.
Encontró el premio del gol y sentir el protagonismo de nuevo en un partido clave para la situación del Valencia. La caída del equipo no tenía fin y, pese a medirse a un rival de la entidad del Sevilla, viendo el calendario el triunfo era obligado para no meterse de lleno en la agónica lucha por la salvación. Aceptando la suplencia con caballerosidad, como mostró en el cariño con Paco Alcácer cuando le sustituyó, Negredo demostró que un matador siempre lleva el gol en las venas.
Cuando el triunfo estaba cerca apareció Kevin Gameiro para hacer reaparecer los fantasmas en Mestalla y silenciar el ambiente de unión que empujaba al equipo cuando más lo necesitaba. Eran los últimos compases del encuentro. En una falta lateral, en un rebote, con un balón muerto, se encontró el escenario perfecto para que irrumpa un goleador. De primeras, antes de que nadie se diese cuenta, Negredo ya había colocado en la red un remate que parecía un golpe al hoyo de golf. En el momento en el que los sevillistas se dieron cuenta, el Valencia celebraba un triunfo que es oro en su agónica situación. Ya había dejado su sello.