El jugador, que no encajó demasiado bien su suplencia ante el Levante y se negó a calentar y a saludar a los aficionados que fueron al Ciutat de Valencia, recibió un toque por parte del técnico.
Marcelino le recriminó sus gestos y le explicó que, de seguir con esa actitud, no le daría oportunidades para que se asentara en el once, dejándole caer un 'ultimátum' puro y duro.
También tuvieron palabras de desaprobación hacia él varios de sus compañeros, que no toleraron la falta de respeto de un jugador que atesora talento y rebeldía a partes iguales.