Parecía que el encuentro estaba resuelto. Que Lopetegui había ganado algo de crédito, o al menos de oxígeno, antes de visitar el Camp Nou. Sin embargo, en el minuto 78 el Viktoria Plzen heló los corazones. Especialmente, el de Lopetegui.
En una de las muchas acciones laxas del Madrid en defensa, Hrosovsky encontró un hueco en la frontal del área para avanzar sin mucha oposición y definir con calma ante la salida de Keylor Navas, quien no pudo achicar el tiro.
Los murmullos, que llegaron a ser pitada incluso al descanso, se reprodujeronb. Al técnico blanco se le cambió la cara en el banquillo. Con más de diez minutos por jugarse y los checos sin renunciar a la ambición, el reloj pareció eternizarse.
El Viktoria Plzen, sabedor de que el milagro podía ser real, siguió dominando el balón y se plantó varias veces en las inmediaciones del área.
El Santiago Bernabéu esperó a que pasara el tiempo y Lopetegui, a pesar del triunfo, no se pudo ir tranquilo. Ni siquiera los tres puntos hacen que se pueda asegurar al cien por cien que llegue al domingo como entrenador blanco.