Dicen que ahí comenzó a forjarse una amistad que ha resistido el paso del tiempo y que ha llevado a los dos jugadores a compartir vestuario tanto en el propio equipo holandés como en el Barcelona, el Inter de Milán o el PSG.
Y es que los inicios de Ibrahimovic en el Ajax no fueron los deseados por el delantero. Tuvo que dormir en un colchón y, pese a que sorprendió al mundo en un torneo de presentación ante el Milan, los propios técnicos del equipo holandés le devolvieron a la realidad sentándole en el banquillo al poco tiempo.
Ibra ya daba muestras del futbolista que iba a llegar a ser. Una elástica a Henchoz, entonces en el Liverpool, abrió el tarro de las esencias, pero rápidamente le pararon los pies y llegó a pensar que el representante que le había llevado del Malmö al Ajax le había estafado.
Sus filigranas al principio no gustaron en el equipo holandés y él mismo tampoco acababa de hacerse a los esquemas del Ajax. Ibra tenía problemas cuando jugaba con extremos y descubrió que rendía mejor cuando el equipo jugaba para él.
Sin embargo, consiguió adaptarse a la extraña filosofía del Ajax y comenzó a ganar títulos y a marcar goles. El resto de la historia es conocida.