Mostovói muestra convencido de que entrenadores-estrella como José Mourinho se benefician de que los clubes en los que trabajan se gastan 300 millones en fichajes y compran a los mejores futbolistas del planeta.
"Ya me gustaría ver a Mourinho en el Aston Villa con un presupuesto de 30 millones. La excepción fue el Leicester con Ranieri", apuntó.
En cuanto a la selección de su país, asegura que es imposible saber cómo está el equipo, ya que durante los últimos meses sólo ha jugado partidos amistosos, al ser el país anfitrión del Mundial.
"Hay más preguntas que respuestas. Unas veces juegan bien y otras mal. Hay mucha gente a la que no le gusta nuestro seleccionador (Stanislav Cherchésov). Le gusta jugar con siete atrás", admite.
Precisamente, el jugador que le parece más interesante de la actual selección es Fiódor Smólov, "un delantero que se abre bien, no tiene miedo al choque y es bueno en el uno contra uno".
"Dzagóev también es bueno, pero lleva mucho tiempo lesionado. Apenas hay mediapuntas. Pero no es verdad que no haya jugadores buenos en Rusia. En un país de 145 millones siempre hay futbolistas buenos", apunta.
Cree que el problema es que Rusia no tiene ahora a ningún futbolista jugando en las mejores ligas del continente. "En Europa en cada equipo hay cuatro o cinco como Smólov. Nuestros futbolistas están cómodos en Rusia. Ganan mucho dinero y se dan la vida padre. En cambio, en Europa hay que ganarse el puesto y nadie te paga los sueldos de aquí", apunta.
Eso sí, resta importancia al mal papel que los rusos tuvieron en la Copa Confederaciones, ya que considera que ese torneo no le importaba a nadie. "No era un torneo importante. Hablaban de que ganaríamos, pero no pasamos de la fase de grupos. De todas formas, estaba claro que dos días después todo el mundo se olvidaría de la Copa. Mira Chile. Jugó muy bien, pero se ha quedado fuera del Mundial", resalta.
Aunque está contento de su labor como comentarista, preferiría trabajar en algún club para transmitir a los jóvenes lo que aprendió durante su carrera, en la que jugó en España, Francia y Portugal. "El fútbol ruso es raro, raro. Para que te contraten en un club no hace falta jugar durante 25 años. Hay que tener contactos y amigos", lamenta.
Eso sí, está convencido de que el Mundial será un gran éxito, ya que destaca que los rusos cuando se proponen hacer algo "se gastan mucho dinero y lo hacen bien". "Hay una gran ilusión de hacer un buen papel. En cuanto a la infraestructura y los estadios, parece que todo va perfecto. En Sochi se gastaron mucho dinero y organizaron los mejores Juegos Olímpicos de Invierno", afirma.
Mientras, sigue en contacto con el Celta, donde aún conserva buenos amigos, como Atilano, miembro del organigrama del club gallego. "Se nota que jugué bien y durante muchos años en el Celta. Es bonito que te recuerden con cariño. Eso es lo realmente importante", dice.
Y reconoce que el equipo gallego "no es tan fuerte" como en sus tiempos cuando él, su compatriota Karpin y futbolistas como Cáceres, Silvinho, Mazinho, Revivo, Makelele o Dutruel dejaron una impronta imborrable en la historia del club vigués.