Nadie se acordó de Ortigoza en el partido ante Lanús y el responsable fue Juan Mercier (37), hasta hora suplente, inexplicablemente, en San Lorenzo.
Pero el centrocampista asumió su rol y poco, sin gestos ni declaraciones polémicas, soportó el estar en el banquillo una y otra vez y esperó su momento.
Su paciencia tuvo recompensa. Mercier volvió y lo hizo para ser uno de los estandartes de su equipo en la ida de los cuartos de final de la Copa.
Aunque le costó entrar en el partido, el centrocampista dejó a Blandi mano a mano con Andrada y, desde ese momento, creó peligro. Fue el jugador de San Lorenzo que más pases dio (38) y el que más acertó (63%).
Mercier, ovacionado al término del encuentro, estaba en todos lados, relevó siempre a sus compañeros, recuperó muchos balones y dio dos asistencias, terminando una de ellas en gol.
"Uno siempre trata de trabajar de la mejor manera, después las decisiones las toma el técnico y uno las respeta. Uno trabaja para responder cuando le toca estar", declaró al final del partido.