El Barcelona del preciosismo ha muerto. Y con las cenizas de una década prodigiosa, Valverde ha construido un monstruo difícil de digerir, pero con un fuego interior que abrasa y una coraza indestructible. Porque las llamaradas de Messi son letales, y tener de escudo a este Ter Stegen es un plus de esos que dan puntos clave para ganar una Liga.
Valverde ganó en San Mamés como ganaron los grandes toda la vida. Con un buen portero y un genial delantero. Le pasó durante años al Madrid con Casillas y Ronaldo. Ahora el Barça tiene a Ter Stegen y Messi. Y con eso les puede bastar para ganar una Liga. Ante un bravo Athletic, sobró con el chispazo habitual del argentino, que volvió a toparse con el palo antes de marcar, y con las intervenciones de un guardameta alemán que va camino de desbancar a Neuer de la titularidad en Rusia.
Los azulgrana compensaron una segunda parte para olvidar con el gol de Messi y el postrero de Paulinho. Hasta entonces, vivieron de las paradas de Ter Stegen, que se multiplicó para sacar dos manos capitales ante Aduriz, una de ellas en la mismísima línea. Cuando tienes a dos de los mejores del mundo en cada posición, pueden pasar estas cosas. Que firmes tu peor partido del curso y ganes con suficiencia y sufrimiento.
Messi encontró el camino más fácil al gol, que últimamente pasa por combinar con Jordi Alba. Volvió el lateral tras lesión como si el tiempo no hubiera pasado. Apareció por la izquierda, llegó a línea de fondo y como en el gol del 2-3 del Bernabéu la puso atrás para que Messi estampara el 0-1 ante Kepa. Tan fácil como imparable. Una de las de toda la vida. Curiosamente, las cuatro asistencias de Alba de este año han sido para Messi. La cuarta llegó en San Mamés.
Antes, había sumado un nuevo palo a su escandalosa estadística tras regatear a Kepa y perdonar el 0-1 cuando no suele. Ni se inmutó... pocos minutos después ya lo había recompensado.
Llegó el Barça con ventaja al descanso gracias a esa genialidad de Messi, pero el partido había estado bastante parejo. Ter Stegen había sacado un mano a mano soberbio a Aduriz y el Athletic había contenido bien a un Barcelona enrocado con ese 4-4-2 de más orden que fútbol.
Muy poco Barça en la segunda parte
André Gomes no está para esto, Paulinho es más llegador que creador y Rakitic anduvo demasiado escorado a la derecha. No armaba fútbol el equipo de Valverde, que tiró de pegada para marcar territorio. Pero en la segunda mitad cambió el guión. Ziganda descubrió que con Beñat se puede jugar mejor al fútbol y el Athletic subió la lína de presión para atosigar a un Barcelona incapaz de salir.
Aduriz, Williams, Raúl García... y siempre Ter Stegen. O el larguero, que le echó un cable en un buen remate de 'Rulo'. San Mamés acariciaba el empate ante la desaparición de un Barcelona gris, descubierto perdiendo tiempo en faltas y similares. El sello de Valverde también está en estos detalles. Cuando no se brilla, se brega. Y tocó bregar de lo lindo ante un buen Athletic.
Pero esto es el fútbol. Con todo lo que jugó con fuego el Barcelona, fue el Athletic el que se acabó quemando. A la desesperada, sobre todo por Ter Stegen, Messi les cazó en una contra que acabó remachando Paulinho, ese llegador incansable que sigue reivindicándose ante todos los que enturbiaron su fichaje.
No jugó bien el Barça, pero ganó. Como lleva toda la temporada haciendo. El pragmatismo de Valverde ha dejado atrás el preciosismo de años anteriores. Es una nueva era, pero es justo la que necesitaba este Barcelona que empezó el año entre arenas movedizas. De momento, con Ter Stegen, Messi y nueve más les basta. Que se lo digan a Ziganda...