Messi y Suárez trituran al Betis

Da igual sacar cinco, cuatro, seis u ocho defensas si Messi tiene el día. Poyet puso sobre el tapete barcelonista una alineación pensada para cortocircuitar el fútbol combinativo de los azulgrana. A los seis minutos se derrumbó el muro bético: Messi ya había abierto el primer boquete.

La actuación de Messi frente al Betis presentó al mismo tiempo las dos versiones del argentino en su máxima expresión: la de asistente y ejecutor. La primera generó el 1-0: pase diagonal que desarboló la zaga verdiblanca. Para cuando se giraron Pezzella, Bruno y compañía, Alba ya había regalado el gol a Arda Turan.

El 1-0 impulsó, que le complicó la vida al Barça gracias a un buen gol de falta de Rubén Castro que contó con la imprevista colaboración de Claudio Bravo. El 1-1 resultó letal, porque espabiló a Messi. Tras el empate, Messi activó el modo huracán y del Betis ya no hubo ni rastro sobre el césped del Camp Nou.

Volvió a dejar Messi para la videoteca un golazo desde la frontal. Coronó el Barça su mejoría con otro tanto de Suárez al borde del descanso. Con Sergi Roberto en posición de extremo, el charrúa tiró de clase para definir. Adán, el mejor del Betis, impidió tantos goles como balones recogió del interior de su meta.

Mismo vendaval en la segunda parte

A Poyet tampoco le dio resultado su apuesta tras la reanudación. A pesar de poblar de piezas el centro del campo, el Betis sólo perseguía sombras. Y Messi se mostró inalcanzable. Antes del 4-1, que llegó tras un contragolpe magistral que Suárez definió tras asistencia del '10', Arda y el popio Messi ya acariciaron el gol.

El Betis sacó la bandera blanca, pero Messi quiso más. Volvió a agarrar la pelota y subió al 5-1 al marcador con otro disparo seco al que no llegó alcanzar el ex portero madridista. El Messi más devastador por dentro, por fuera, como asistente y goleador.

Suárez puso la guinda

Si Bravo no contaba con el gol de falta de Rubén Castro, le cedió Messi a Suárez la responsabilidad de ejecutar un tiro libre que horadó la meta de Adán. Rubén Castro echó maquillaje, pero Messi ya se había hecho rey del baile. Messi, que en la previa había levantado el trofeo de Liga, no parece dispuesto a cedérselo a nadie.